Jacinto, el conductor de ambulancias de eterna sonrisa

Palencia

No les engañaré. No tuve el gusto de conocerle. Sin embargo, hablo con alguno de sus compañeros y todo son elogios. Me refiero a elogios sinceros, de los que salen del corazón. Nada que ver con el hipócrita protocolo en el que nos refugiamos en ocasiones para alabar a alguien que ha fallecido. El pasado viernes moría como consecuencia del coronavirus Jacinto Calvo de 59 años, un hombre del barrio del Cristo que era conductor de ambulancias.

Tras su despedida, el pasado domingo, se vivía un momento emocionante. De esos que te erizan la piel. Sus compañeros de trabajo acudían al Tanatorio de Palencia y hacían sonar las sirenas. Recordarlo provoca un nudo en la garganta. La muerte de este buen hombre, del querido Jacinto, no puede ser en vano. Ha evidenciado que el personal de ambulancias está en primera línea de fuego y no tiene el reconocimiento que se merece.

Lo decía Mónica, una compañera de Jacinto, a Diario Palentino. A estos trabajadores no se les puede seguir considerando meros transportistas. Son mucho más, son técnicos de emergencias sanitarias, personal sanitario que, inexplicablemente, no ve reconocida esa categoría. Son los que mantienen el primer contacto con el contagiado, con el riesgo que eso conlleva. Han sido varios los integrantes de este colectivo que han dado positivo.

La consejera de Sanidad, Verónica Casado, tuvo certeras y sentidas palabras de aliento para Jacinto y su familia. Gesto elogiable, sin duda. Pero los gestos deben dar paso a los actos. El personal de ambulancias tiene que ser reconocido con la cualificación profesional que reclama. Es de justicia. Sería el mejor homenaje que se pude hacer a Jacinto. Son técnicos en emergencias sanitarias, con todas las letras.

Pero la muerte de la persona a la que dedicamos este comentario, nos deja otra reflexión. Jacinto era un hombre sano, no padecía patologías previas, practicaba deporte y ni fumaba ni bebía. Rompía el molde que nos lleva a justificar algunas muertes con el argumento de la edad u otras enfermedades que debilitan el sistema inmunológico. Esta reflexión se la lanzo a los que se creen blindados contra el virus, a los que desdeñan la pandemia y en algún grado sumo de estupidez, hasta la niegan. Los propios profesionales sanitarios insisten en que la situación es muy grave y va al alza. Como decía Mónica en sus declaraciones a Diario Palentino, Jacinto ha pagado un precio muy alto. Como él lo han hecho las casi 300 personas que han perdido la vida solo en el Complejo Asistencial Universitario. Este buen conductor de ambulancias decía que no le importaba contagiarse siempre y cuando su familia estuviera libre del virus. Por eso era una gran persona. Porque pensaba en los demás. ¡Qué bien nos iría a todos si hiciésemos lo mismo! Un abrazo a la familia de Jacinto.