La pandemia deja en la calle a personas como Luis: "No quiero ser millonario, simplemente, rehacer mi vida"
Trabajaba como camarero y, cuando llegó la pandemia se fue al ERTE por lo que no pudo seguir pagando el alquiler de su casa, donde llevaba viviendo 12 años
Los centros para personas sin hogar sufren las consecuencias de la pandemia (15/01/2021)
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Pamplona
Luis nació en Jaén y con tres años vino a Pamplona. Ha vivido toda su vida en San Jorge y desde hace siete meses vive en el albergue de Trinitarios para personas sin hogar. Trabajaba en el Club Natación como camarero y, cuando llegó la pandemia, se fue al ERTE por lo que no pudo seguir pagando el alquiler de su casa, donde llevaba viviendo 12 años.
"Por circunstancias de la vida, he parado aquí. Es una experiencia que yo no la había tenido nunca porque mi vida siempre ha sido estable, pero la vida te lleva a estas cosas. Es una experiencia muy grande que yo no se la deseo a nadie, no es que no la desee, sino que me gustaría que vivieran lo que es la vida en realidad. No es ni comidas ni cenas ni joyas... luego te das cuenta de que hay mucha gente necesitada", afirma Luis.
Luis está separado y tiene dos hijos. Se considera una persona muy activa que siempre ha vivido a su aire. Asegura que desde que comenzó la pandemia ha aprendido mucho y vivir en el albergue es algo que le ha hecho cambiar su forma de pensar: "Yo antes veía a una persona pidiendo y no me decía nada, ahora no puedo, tengo que hablar con ella y tratar de saber qué le pasa".
Las historias de Luis y Chirica, dos personas sin hogar (15/01/2021)
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Él mismo nos cuenta cómo es su vida en el albergue: "Yo me dedico a ayudar en el comedor, limpieza, me encargo de la lavandería... soy una persona activa que no puede estar quieta. A veces incluso me llaman la atención y yo les digo que es algo que no me cuesta nada".
Luis reconoce que cuando llegó lo pasó muy mal, porque era algo que no había vivido y agradece a los trabajadores sociales toda la ayuda que le dieron. "Me ayudaron mucho, muchísimo, psicológicamente, siempre han estado encima mía. Esto para mí, al llegar, era un mundo. Las primera semanas me hundía y decía, ¡qué tristeza! Luego piensas que te puede pasar y vas mejorando".
Ahora es él quien trata de integrar a los nuevos porque sabe de primera mano lo que es sentirse desubicado al llegar a un sitio así. El próximo martes, Luis se irá a vivir a una residencia de cáritas y dejará el albergue. En principio, va para dos años, pero espera estar mucho menos y poder recuperar su trabajo y volver a alquilar una casa mucho antes. Sus planes para el futuro no incluyen grandes alardes: "Volver a rehacer mi vida, no quiero más. No quiero ser millonario, simplemente, una persona más".
Sin lujos, pero con el objetivo claro. Luis desea que la pesadilla de la pandemia acabe cuanto antes, pero reconoce que estos meses ha aprendido muchísimo y que no lo olvidará nunca.
Chirica es otro de los que pasa cada noche en el albergue. Nació en Rumanía hace 41 años y vino a Pamplona cuando tenía 18 años en busca de trabajo y una vida mejor. En 2018 fue a la cárcel por saltase una orden de alejamiento y en el pasado mes de octubre salió y pasó a vivir en el albergue. Nos cuenta que en ese sentido, a él, la pandemia no le ha afectado.
Sus planes pasan por conseguir trabajo en la construcción, que es el sector en el que ha trabajado siempre, para poder rehacer su vida y comprarse una casa. "Lo voy a conseguir muy pronto, no voy a parar hasta que lo consiga, pero salir de la cárcel y venir aquí al principio es muy difícil".
Define la vida en el albergue como "normal y corriente". Se levanta, se toma la temperatura, y después de desayunar tiene muchas opciones donde elegir: "Depende de qué te plantees, puedes leer, dar un paseo... a mí me gusta mucho hacer manualidades con papeles". Después de comer, queda con algún amigo o da un paseo, aunque asegura que lo que más le gusta es hacer deporte: "Yo en la cárcel hacía gimnasio y ahora cuando tenga dinero me apuntaré. Aquí hago cosas, pero no hay máquinas de gimnasio", afirma.
Su objetivo es trabajar para rehacer su vida, porque sabe que tiene que seguir hacia adelante. Chirica cuenta cómo varios amigos suyos, en vez de optar por continuar hacia adelante, prefierieron tomar otros caminos, pero él, que espera ansioso lograr un trabajo, tiene claro cuál es el camino.