El virus

León

De que el temporal ha sido duro y la nevada histórica ya nos han informados los telediarios casi hasta la extenuación. Que le daban ganas a uno de mandar unos botillos a la hermana de Chamberí o unas mantas del Val de San Lorenzo a la prima de Moratalaz, que así no hay quien viva.

Ya sabe el pueblo todo que tiesas se han quedado la campaña de vacunación, la mesa por León y las aulas de nuestros coles, donde se podría conservar sin mucho problema la vacuna de Pfizer.

Pero lo que no ha tenido hueco apenas en los papeles son los estragos cerebrales que está dejando el temporal entre los mandarines que nos desgobiernan. Y es que las mínimas en el mercurio también van dejando bajo cero la inteligencia y el compromiso con el común de los caudillos patrios.

Esta congelación neuronal es bien visible en algunos chupiteles gubernativos que nos dejan helados. Véase si no esta insurrección legal del dúo Mañueco-Igea que se pasan por el forro la legalidad vigente con el toque de queda porque yo lo valgo y porque todo vale con tal de rascar una docena de votos al gobierno masón. Se me queda congelada la sonrisa ante tamaño aporte a la lucha contra la pandemia.

Y qué me dicen de ese vicepresidente encoletado que compara al marqués de Waterloo con los exiliados republicanos del 36. Otro caso de manual de hibernación mental preocupante. Igual es que a la vista de las heladas que le cayeron en Galicia y el País vasco, teme ahora la cencellada catalana.

Hay días en que , entre el chaparrón de negritudes y la niebla, empieza uno a pensar que el virus más dañino no es el chino.