Normalidad perdida

Alcoi

Casi sin darnos cuenta estamos terminando el primer mes del año. Un año del que, a mi parecer, se espera demasiado. Si continúa como ha empezado… de res tinc ganes.

Seguimos con la esperanza de recuperar en breve la normalidad perdida y poder olvidar de una vez por todas esta nueva “normalidad” a la que tanto cuesta acostumbrarse.

Cada semana nos encontramos con algún que otro cambio, con nuevas restricciones, que lo queramos reconocer o no, nos ganamos a pulso. Hoy sin ir más lejos, dejamos el confinamiento perimetral, pero empezamos con nuevas restricciones.

Ya cansa el hacer responsables a los políticos de nuestro comportamiento. ¿De verdad es necesario que nos multen para que dejemos de hacer las cosas mal? ¿Necesitamos llegar al confinamiento domiciliario impuesto?

Me entristece ver las cafeterías y bares cerrados, esos establecimientos donde se han hecho bien las cosas desde el primer momento, donde se han seguido las medidas de seguridad y donde tantos buenos momentos hemos pasado.

Echo de menos la normalidad de verdad, esa normalidad que no sabíamos apreciar y, que ahora nos damos cuenta, era un tesoro. Echo de menos los ensayos de teatro, las cenas con amigos, risas, besos y abrazos. A cambio se nos ha concedido más tiempo para el núcleo familiar.

Menos mal que me gusta mi casa, porque a este paso, en breve, volvemos a estar confinados, pero, esta vez estoy preparada: puzles nuevos, manualidades en mente para el Belén, palomitas para ver la tele y harina, aceite, azúcar y levadura.