Vuelve la saturación a los hospitales de Madrid
Los profesionales de varios centros de la región describen una imagen "como en abril", cuando se había superado el colapso total de marzo, pero aún funcionaban prácticamente como hospitales monográficos COVID
Madrid
La Comunidad de Madrid no publica datos de la situación de su red hospitalaria, centro por centro. Son sus profesionales, tanto de la pública, como de la privada, los que se dedican varias veces a la semana a actualizar esa información. Ante la ausencia de datos oficiales ágiles y concretos, ellos se han convertido en los ojos de una sociedad que lleva diez meses conviviendo -a veces más alerta, a veces más despreocupada- con la amenaza invisible del COVID-19.
Ahora esos ojos ven escenas que les recuerdan a tiempos a los que no querían volver. Los profesionales de La Paz contemplan de nuevo cómo se les llenan las salas de urgencias. Este jueves por la noche tenían dos que duplicaban su capacidad. “En la sala cinco había 24 pacientes para 12 camas; y en la seis, 21 personas para solo 13”, dice Guillén del Barrio, enfermero y delegado del sindicato MATS. “Esperemos que no siga subiendo porque tengo la sensación de los primeros días en marzo”, apunta una médico residente del centro. Desde la portavocía del propio hospital reconocen que “la presión aumenta y los casos en urgencias también”. Allí ya tuvieron que reabrir el gimnasio, adaptado para pacientes COVID, la semana pasada. Según fuentes sindicales, ya supera la treintena de pacientes.
Algunos profesionales reviven estos días esa pesadilla de la pasada primavera de ir llenando espacios casi al mismo tiempo que se habilitan. “Abrieron una tercera planta COVID en mi hospital y se completó en dos días”, cuenta una enfermera del Hospital Príncipe de Asturias de Alcalá de Henares. “Hay una zona de cuidados intermedios con cuatro camas; se vacían -porque se mueren, puntualiza, no porque se vayan con el alta- y se vuelven a llenar”. Este centro ha tenido de forma más o menos permanente dos plantas COVID -en torno a 40 camas cada una-. Ahora ya tiene cuatro. Aquí -nos cuenta- ya están suspendidas todas las cirugías, salvo las urgentes y las oncológicas.
En el Universitario de Fuenlabrada siguen funcionando los quirófanos, pero con una actividad limitada, según fuentes de su equipo de Medicina Intensiva. El cuello de botella es un viejo conocido: la capacidad de las UCI. Cualquier procedimiento quirúrgico tiene riesgo de complicación y, por tanto, puede requerir una cama de cuidados intensivos. En este hospital tenían 10 camas con esas características, que se ampliaron a 24 en la primera ola. “Ya están llenas”, nos indican esas fuentes, que aseguran que el centro estudia cómo elevarlas a 42. La red hospitalaria convertida en las Bodas de Caná, pero aquí lo que se multiplica no es ni el pan, ni los peces. El objetivo es tratar de cubrir una demanda que solo en este centro se cifra -nos dicen- en “entre veinte y treinta ingresos diarios en planta”.
Una cosa es multiplicar espacios y otra muy distinta que haya manos para atenderlos. La inmensa mayoría de los profesionales consultados por la SER se quejan con mayor o menor beligerancia de la merma de recursos humanos que ha supuesto la apertura del Hospital Enfermera Isabel Zendal. “Es que se han llevado a mucha gente”, se lamenta la enfermera del centro de la Ciudad Complutense. “Se les ofrece el Zendal a los paciente más leves, pero la mayoría prefiere no ir”, apuntan desde el centro fuenlabreño. El hospital de emergencias, según los últimos datos disponibles de esa red de profesionales que mencionábamos, era el que más pacientes COVID atendía, 319 -datos del 19 de enero-, pero de momento dista mucho de ser el gran alivio prometido para que los hospitales puedan seguir con su normal funcionamiento. Ese día atendía a un 10% de los pacientes agudos de COVID de toda la Comunidad y a apenas el 1% por ciento de los críticos. Ese, el de las UCI, es su gran punto débil asistencial.
El Zendal se proyectó con 16 camas de UCI. En uno de los hospitales “pequeños” de la Comunidad, como el Infanta Sofía de San Sebastián de los Reyes, tienen 14, tras la ampliación de la unidad en el mes de abril. Ya está también llena. Se han puesto a funcionar 12 camas más de apoyo, las de la unidad de reanimación, pensadas para que despierten los pacientes tras una intervención quirúrgica, pero que se han habilitado ahora para pacientes críticos. “Pero no son una UCI”, insiste enérgica una anestesista de ese centro. Es la misma que usa el apelativo “pequeño” para referirse a su hospital. “Seguimos sin entender que estemos así y que aún no se hayan abierto las famosas 16 camas de la torre 4”, apunta.
Tampoco lo entiende un compañero suyo de especialidad, pero que trabaja en el Infanta Leonor de Vallecas, en la capital. Allí también tienen espacios cerrados y “ya nos han comunicado que en breve vamos a tener que hacernos cargo de 6 pacientes críticos en el gimnasio adaptado“, se lamenta. En este caso el gimnasio funciona como unidad de intermedios. El Gregorio Marañón tiene las urgencias “mejor que ayer”, según un portavoz del centro, que reconoce que “se van adaptando a las circunstancias”. Tienen 206 pacientes ingresados, 40 de ellos en la UCI. Este hospital, uno de los grandes de la ciudad, tenía un enorme déficit de camas de críticos -en relación a su tamaño-. Eso se ha aliviado en parte porque ahora cuenta con una nueva unidad de 23 camas, ampliable a 35. Costó 1,6 millones de euros y la inauguró la presidenta Ayuso. Echen la cuenta en ‘zendales’.
Javier Alonso
Periodista. Licenciado por la Facultad de Ciencias de la Información de la Univesidad Complutense de...