El poder de las palabras

Albacete

Mirar no es ver. Podemos mirar mucho y no ver nada. Porque sólo vemos las cosas cuando somos capaces de nombrarlas.

El lenguaje es el instrumento con el que los seres humanos captamos el mundo. Al nombrar las cosas las hacemos visibles.

Al nombrar algo lo definimos de una forma determinada que no es inocente, tampoco es neutra, ni mucho menos objetiva. Nombramos las cosas y, al nombrarlas, las construimos y definimos dotándolas de significado, de intenciones, de intereses. Los seres humanos, construimos nuestra idea del mundo, nuestra manera de ver el mundo, a través de las palabras.

Por eso, lo que no se nombra no existe.

Por eso, sólo existe lo que nombramos. Aunque ese algo sea inventado, supuesto o imaginado.

Por eso no importa si algo es real o no lo es. Basta con que alguien considere que algo es real, para que se comporte de acuerdo con ello. Las consecuencias de nuestro comportamiento siempre son reales. Aunque nuestras conductas se basen en significados, definiciones y cosas que no existen fuera de las ideas y percepciones construidas en nuestra mente.

Por eso es tan importante fijarnos en nuestro propio lenguaje. En nuestras propias palabras. Porque al nombrar las cosas podemos, sin darnos cuenta, culpabilizar a quienes en realidad son víctimas. Podemos victimizar a quienes en realidad son supervivientes. Podemos responsabilizar de su pobreza a quienes en realidad han sido empobrecidos y desposeídos.

Por eso no es lo mismo hablar de personas pobres, vulnerables o sin hogar, que hablar de personas empobrecidas, desposeídas y vulnerabilizadas. No es lo mismo hablar de víctimas que de supervivientes de la violencia.

Solo siendo capaces de nombrar las cosas de modo distinto, empezaremos a cambiarlas.

Cambiar en nuestra mente nuestra percepción y nuestra mirada es una forma sencilla de empezar a cambiar las cosas.

Porque de cómo nombramos algo dependerá siempre nuestra respuesta. Y el tipo de soluciones que consideramos legítimas y aceptables.