'País de pícaros. Región de tramposos', por Pepe Belmonte
Escucha el 'micromentario' del catedrático de Literatura de la UMU para Hoy por hoy Murcia

Ancianos hacen cola para vacunarse contra la COVID-19 en un asilo de ancianos el 22 de enero de 2.021 en Langreo (Asturias) / Getty Images

Murcia
LA CICUTA DE SÓCRATES.
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Micromentario / Pepe Belmonte (25-01-21)
Estos días hemos sabido que Madrid es la capital europea con más mortalidad a causa de la contaminación. La famosa “boina” que se divisa cualquier día despejado, no es otra cosa que veneno en estado puro que los madrileños tragan sin apenas darse cuenta. Una muerte lenta y segura, como si fuera la cicuta que acabó con Sócrates.
Murcia tiene poco que envidiarle a Madrid en esta cuestión. El fotogénico alcalde Ballesta, que, en otros tiempos más propicios, andaba de inauguración en inauguración, de pregón en pregón, debería darle prioridad a un asunto que nos está matando a todos, y dejar de lado, al menos por un tiempo, sus proyectos faraónicos de cara, siempre, a la galería.
PAÍS DE PÍCAROS. REGIÓN DE TRAMPOSOS.
Los políticos se han ganado a pulso su falta de credibilidad, el desprestigio que cobran cada día entre la gente de a pie. Muchos políticos murcianos de primera fila se han adelantado a ponerse la vacuna de la COVID cuando no les correspondía.

Pepe Belmonte, catedrático de Literatura de la Universidad de Murcia (UMU) / Cadena SER

Pepe Belmonte, catedrático de Literatura de la Universidad de Murcia (UMU) / Cadena SER
Y lo peor no es este hecho en sí, que deberían pagar con su dimisión, con apartarse para siempre del servicio público, sino la cara tan dura con la que tratan de justificar su evidente tropelía, con excusas que sonrojan a quienes las escuchan.
Diego Conesa, el jefe de la oposición en el Parlamento murciano, ha cometido el error de su vida al no ser tajante, expeditivo, y pedir, desde el primer instante, la inmediata dimisión de la alcaldesa de Molina, una de las implicadas en este juego de tahúres y tramposos.
A Conesa le crecen los enanos del circo que ha montado alrededor de sí mismo. No sólo pone en evidencia su falta de autoridad, sino que, además, después de haber sido llamado por un juez a declarar por asuntos turbios del pasado, su ingenuidad, casi de colegial, le ha conducido a un acto multitudinario, con la que está cayendo, para realizar un servicio del todo prescindible: la confirmación de uno de sus hijos en una iglesia abarrotada de público en Alhama.
La estupidez no tiene límites y, si nos atenemos a lo que se dice en las Redes Sociales, sus días como político podrían estar contados.
Decía el inolvidable Enrique Jardiel Poncela, el autor de la genial obra titulada Eloísa está debajo de un almendro, que “el que no se atreve a ser inteligente, se hace político”.
Pepe Belmonte




