Los sueldos fijos de los políticos
Las prohibiciones de ejercer una actividad mercantil serían más creíbles si vinieran reforzadas por una rebaja de los sueldos de quienes las imponen

"La línea roja" de Matías Vallés (03/02/21)
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Palma
Tradicionalmente, el reproche que más dolía a los políticos era la amenaza de no volverles a votar.
Sin embargo, la ola populista que se ha adueñado de las calles mallorquinas se olvida de las urnas, para atacar directamente al bolsillo.
Los manifestantes han puesto de moda el eslogan “Si yo no trabajo, tú no cobras”, irreprochable desde la perspectiva de la ortodoxia económica.
La fijación con los sueldos fijos de los políticos, porque no están sometidos a los vaivenes sufridos por la mayoría de trabajadores en el primer año de pandemia, ha cuajado en sectores más selectos como el empresariado.
En el manifiesto de treinta organizaciones patronales dirigido el pasado viernes a Francina Armengol, se consigna que “no cabe duda de que existen dos mundos, el político y el resto de la sociedad. El político no ha perdido prebendas en los últimos doce meses, y el resto se encuentra en el caos absoluto”.
Hay que negarse por principio a la demagogia sobre los sueldos de los políticos, porque suele ocultar un desdén hacia la democracia como si las dictaduras salieran baratas.
Sin embargo, las prohibiciones de ejercer una actividad mercantil serían más creíbles si vinieran reforzadas por una rebaja de los sueldos de quienes las imponen.
Nunca el empresariado se había fijado en el sueldo de los políticos, otro indicador de que el dinero anda peor que la salud.




