El juicio sobre los papeles de Bárcenas
La firma de Nicolás García Rivas, catedrático en Derecho Penal

Cadena SER

Albacete
El juicio sobre los papeles de Bárcenas, ex tesorero del Partido Popular, comenzó anteayer en la Audiencia Nacional. Lo que ahora se dilucida es si las obras de reforma de la sede de Génova se pagaron con dinero negro, recabado a través de un sistema de contabilidad ilegal y, de manera indirecta, que dichos fondos sirvieron durante decenas de años para financiar ilegalmente al Partido Popular. Eso es lo que sostiene Bárcenas, cuya responsabilidad en el Partido era precisamente controlar sus fondos.
Conviene saber que un acusado puede decir absolutamente lo que le dé la gana y no cometerá ninguna infracción. La Constitución se lo permite. Por ello, las bravatas de Bárcenas, sus cambios de opinión, sus acusaciones veladas o directas, valen de poco por sí mismas. Como cualquier jurista sabe, las declaraciones de un acusado en un juicio deben ser corroboradas por datos objetivos, porque si no es así, su palabra es humo. Por eso, el escrito que Bárcenas ha dirigido a la Fiscalía Anticorrupción hay que tomarlo con toda cautela. En él acusa a varios altos cargos del PP de haber cobrado de ese dinero negro sobresueldos. Veremos. El Tribunal debe observar, valorar y decidir.
Pero este proceso tiene una peculiaridad que merece la pena destacar. Cuando en 2013 el diario El País destapó los papeles de Bárcenas, la Fiscalía anduvo remolona para iniciar el procedimiento penal y paralizar el plazo de prescripción. Si no hubiera sido por las acusaciones populares, probablemente este juicio no se habría celebrado nunca. Y esas acusaciones las mantienen organizaciones de derechos humanos e Izquierda Unida.
En la primera sesión del juicio, el pasado lunes, el letrado del Partido Popular, Jesús Santos, antiguo Fiscal de la Audiencia Nacional (quizá habría que prohibir este tipo de "puertas giratorias") se quejó de que las acusaciones actuaban por motivos políticos. Si el Ministerio Fiscal hubiera sido diligente cuando le tocaba, seguro que todos habríamos dejado el asunto en sus manos y hubiéramos confiado en su defensa de la legalidad. Pero anduvo renuente. Por tanto, aunque sólo sea por esta vez, las acusaciones populares actúan en defensa de la justicia. Confiemos en ella.




