Madrid rectifica sobre la marcha el dispositivo de test en farmacias
La Consejería de Sanidad ha introducido un código para verificar que el solicitante de la cita puede participar en el cribado porque en la práctica había creado un servicio a demanda, que excedía la autorización del Ministerio
Madrid
Al gobierno regional se le atragantan los dispositivos de test de antígenos. Primero fueron los puntos de cribado en zonas de alta incidencia, con una respuesta en muchos casos discreta de la población objetivo. Luego, las pruebas para jóvenes en las universidades para garantizar un regreso seguro a las aulas tras la Navidad, que llegaron con retraso y sin ningún control sobre la edad de los participantes -al final el gobierno regional tuvo que modificarlos y permitir que todo el personal de las universidades pudiera participar, independientemente de su edad-. Y, ahora, los test en farmacias, que en solo dos días de funcionamiento se habían convertido en un coladero, como había ocurrido anteriormente con los dispositivos de los campus.
La Cadena SER lo comprobó este lunes en una farmacia del centro de Madrid. De las cinco personas que tenían cita esa tarde, ninguna había sido convocada por la Dirección General de Salud Pública para hacerse el test, condición indispensable para acceder a la prueba. El que más cerca estaba era Federico, contacto estrecho de un positivo con el que no convive. La Comunidad de Madrid decidió en la segunda ola restringir el acceso al diagnóstico a personas en una situación como la suya. Su médico, que no puede practicarle la prueba, fue el que le recomendó recurrir a la farmacia: “Me ha dicho que me pasara, así que me he metido en internet y he elegido la farmacia”, asegura.
Las condiciones para realizar estas pruebas en las boticas han protagonizado uno de los culebrones de los últimos meses entre la Comunidad de Madrid y el gobierno central. La Puerta del Sol aspiraba a crear un sistema a demanda, indiscriminado, y así lo ha publicitado en numerosas ocasiones; pero el Ministerio de Sanidad solo la autorizó a hacer estos test en el marco de la estrategia de detección precoz del virus, es decir, en cribados, y así lo fijó la Consejería de Sanidad en la orden que publicó, que especifica que se harán “en función de los criterios establecidos por la autoridad sanitaria a efectos de cribado poblacional selectivo”.
Durante las primeras jornadas no ha habido selección ninguna. Como ocurrió en los campus, nada impedía que una persona pidiera cita por su cuenta y se hiciera el test. Solo un cartel a la puerta de las farmacias que especifica que “solo se hará la prueba con autorización de Salud Pública”, pero nadie lo verificaba. Así, por ejemplo, se pudo hacer la prueba Begoña: “Vi en el telediario que lo estaban haciendo, así que me metí en la página de la Comunidad de Madrid, aunque también he visto el ‘link’ en sus cuentas oficiales de Twitter”. Ella no cree que esté contagiada, “pero siempre es bueno asegurarse, por mis abuelos”, responde.
No es ningún secreto que el gobierno regional es un firme defensor de la tesis de “cuantos más test, mejor”, pero la limitación del acceso a esas pruebas no es un capricho. Figura incluso en las especificaciones del propio fabricante -el laboratorio Abbott-, que solo recomienda su uso en asintomáticos en el marco de cribados poblacionales en zonas de alta incidencia. Las autoridades públicas lo han hecho suyo, desde la Comisión Europea al Ministerio de Sanidad. La Comunidad de Madrid también, pero con el ceño fruncido.
La Consejería de Sanidad achaca esta aparente falta de control a "problemas técnicos en el lanzamiento de los códigos de verificación", según un portavoz del departamento que dirige Enrique Ruiz Escudero. Es la contraseña que Salud Pública adjunta ahora en los SMS que envía a la población susceptible de participar en un programa de cribado. Esas mismas fuentes aseguran que esos percances "fueron subsanados el viernes", aunque no explica por qué Sanidad no esperó a solventar ese inconveniente para poner en marcha estos puntos de diagnóstico. Solo justifica que la barrera estuvo levantada "un solo día".
Sea como fuere, esa efímera barra libre se aprovechó, a juzgar por lo que cuenta todo el que sale de esa farmacia capitalina. María pudo hacerse la prueba sin problema -la solicitó el viernes-, aunque a ella tampoco le invitó a participar la Consejería. Una amiga suya lo intentó el lunes y no ha tenido tanta suerte. “Ha llamado a la farmacia -al no conseguir hacerlo por internet- y la chica le ha dicho que no podía darle la cita manualmente. Tenía la agenda vacía -la farmacéutica-, así que estaba desesperada, sin saber qué hacer”, dice. El Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid (COFM), a través de una portavoz, niega que estén teniendo problemas "significativos". Los farmacéuticos -explica- se limitan "a hacer los test que derivan desde la aplicación activada por la Consejería".
La Comunidad de Madrid llegó a plantear al Ministerio la posibilidad de establecer una participación voluntaria -sin convocatoria de Salud Pública- para personas de grupos de riesgo o residente en zonas de alta incidencia. “En este supuesto, el coste de las mismas será a cargo del ciudadano”, detallaba la propuesta. Esa posibilidad nunca llegó a recogerse ni en la orden de la Consejería de Sanidad, ni en el convenio que firmó con el COFM. Ni siquiera en ese supuesto podría haberse hecho la prueba Jaime. Él también sale con los ojos llorosos de la farmacia, uno de los efectos secundarios de la recogida del exudado nasal. “El ‘link’ me lo pasó mi madre”, explica. Entre risas reconoce que ha ido “un poco obligado”.
Javier Alonso
Periodista. Licenciado por la Facultad de Ciencias de la Información de la Univesidad Complutense de...