ETA en la Historia de España
La firma de Manuel Ortiz Heras, Catedrático de Historia Contemporánea

Cadena SER

Albacete
¿Recuerdan la todavía reciente pesadilla del terrorismo etarra? Sólo unos meses después de abandonar la violencia, EH Bildu obtuvo unos espectaculares resultados en las autonómicas de 2012 y se consolidó la vía política. El 20 de abril de 2018 ETA reconoció el daño causado y pidió perdón en un comunicado en el que reconocía "el daño causado", admitía su "responsabilidad directa" en el "sufrimiento desmedido" que la sociedad vasca ha padecido, y afirmaba que "lo siente de veras" por las víctimas, a las que expresaba su "respeto".
Después de 60 años de existencia, el balance de la organización terrorista supera las 850 personas asesinadas. Se trata de víctimas que han marcado la historia de España y en particular del tradofranquismo y una Transición que también fue sangrienta, porque fue cuando la banda resultó más activa. Pero también ha marcado y sigue estando presente en la etapa de plena consolidación democrática e impregna aún nuestro vocabulario político.
Los etarras y sus múltiples simpatizantes estaban convencidos de que el País Vasco llevaba siglos defendiéndose de las agresiones foráneas, la última y más duradera de las cuales era la española. En nombre de esa mitificada idea cometían atentados que segaban vidas de supuestos enemigos: la propia era una violencia defensiva, y, por tanto, estaba justificada. Mitos que matan, según Gaizka Fernández. No hay ningún país desarrollado y democrático que haya sufrido una campaña terrorista tan prolongada como España.
En los setenta del siglo pasado, conocidos como los años del plomo, proliferó la violencia política de izquierdas con organizaciones como las Brigadas Rojas italianas, La RAF alemana o el GRAPO español. Aunque compartían algunos elementos, conviene no confundirlos con el terrorismo nacionalista con el que, en parte, convivieron y cuyos principales representantes han sido el IRA irlandés y ETA.
Cuando en junio de 1977 se convocaron las primeras elecciones democráticas, los únicos que decidieron rechazar el nuevo sistema político fueron ETA, el GRAPO, las tramas ultraderechistas e importantes sectores del Ejército de querencia golpista. Imperó la idea de la reconciliación, pero en la derecha se fijó el precepto de no admitir nunca las responsabilidades penales y políticas por el pasado franquista, lo que ahora no les impide invocar el Estado de derecho cuando hablamos de ETA y su entorno.
La historia sirve para contextualizar y preguntarse los porqués de esas víctimas y las razones que llevaron a una serie de grupos a provocar esas situaciones de injusticia. La memoria sirve para reflejar la atmosfera en la que se vivía, las vivencias cotidianas, cómo sufrían esas víctimas, una dimensión única e imprescindible.
ETA fue algo más que una banda terrorista, fue una organización con una estructura compleja y relativamente dinámica, dotada de una amplia militancia e infraestructuras. Hablaban de conflicto vasco: un supuesto enfrentamiento entre dos bandos equiparables.
Defendieron el empleo de la violencia política como instrumento legítimo, fundamental e insustituible para el cambio político, justificando sus actos terroristas. Por eso, en coherencia con los valores democráticos que tanto valoramos, debemos impulsar una auténtica cultura de paz que permita la inclusión de todos en el mismo proyecto vital individual y colectivo.




