Días de Djuka y Rosas

Gijón

Es lo que tienen los grandes equipos: que ganan incluso los días que no hacen mucho para merecerlo. El Sporting se ha subido a la ola buena y su techo es incalculable. Sigue incrustado en la tabla entre los grandes favoritos, no pierde nunca en El Molinón y su delantero revienta los pronósticos más favorables. Otro gol de Djuka, el decimosexto (que se dice pronto) sirvió para sellar una victoria tan sufrida como importante. Con el corazón en un puño, como mandan los cánones rojiblancos (Las Gaunas fue la excepción) el Sporting venció a un Málaga que, por momentos, pareció el equipo con las máximas aspiraciones. Sometió a los rojiblancos, especialmente en la primera parte. Pero no contaba con la inercia del Sporting y la del pichichi. Y con el espíritu de un equipo al que, el día que le falla el fútbol, le sobra el coraje para defender el resultado con uñas y dientes. El de este domingo fue el tercer partido consecutivo con portería a cero; así es más fácil.

Los andaluces demostraron por qué son uno de los mejores equipos fuera de casa. Salieron el campo valientes, intensísimos, arrolladores, presionantes arriba. Asfixiaban a un Sporting al que le costaba elaborar y salir de su propio campo. Había apostado David Gallego por situar a Gragera por delante de la defensa, escoltado por Pedro Díaz y Manu García; un mediocampo diferente en el que se intentaba que Manu tuviera el mayor contacto posible con el balón. No acabó de funcionar: Gragera empezó mal (aunque acabó mejor), Pedro sigue en una fase gris y Manu García apenas dispuso de una ocasión, que desbarató el portero gijonés Dani Barrio en el mano a mano. Manu lo intenta, pero no acaba de brillar al nivel que los más acérrimos esperan de él.

Antes de esa ocasión sportinguista (la única, en realidad, al margen del gol posterior) ya se había lucido Diego Mariño para evitar que se adelantara el impetuoso Málaga. El portero rojiblanco metió una mano prodigiosa para que Rahmani no marcara un zurdazo desde fuera del área. Sufría el Sporting, que vio cómo un saque de espina peinado por Caye en el primer palo se paseaba por delante de la portería.

Pero el Sporting está bendecido, y nada más comenzar la segunda parte una jugada fantástica de Guille Rosas terminó en un centro perfecto para que, en el segundo palo, Djurdjevic solo tuviera que empujarla.

Como es sabido que en el Sporting Djuka tiene prácticamente la exclusividad del gol y no fue capaz de marcar ninguno más, el equipo rojiblanco tuvo que pasarlas canutas para concretar su triunfo. Por la voluntad del Málaga pero también por la inexplicable tensión que propició el colegiado cuando señaló un penalti ridículo de Babin, impecable en la defensa de una acción con las manos a la espalda y los brazos perfectamente pegados al cuerpo. Oliver de la Fuente necesitó de varios visionados en el VAR, de esa y de una acción anterior de Gragera, para corregir su decisión y permitir al sportinguismo respirar aliviado.

Con el Málaga volcado a por el empate, pudo sentenciar el Sporting a la contra, pero fue incapaz de generar peligro real. No necesitó más para llevarse una victoria que le deja empatado a puntos con el cuarto (aunque el Leganés tiene un partido menos) y que sobre todo le vale para abrir brecha con respecto a casi todos sus perseguidores: ya son seis los puntos de colchón. Unos días arrollando, otros días sufriendo, pero el Sporting ha recuperado el ritmo de puntuación que le hace soñar con lo máximo. Y a Djurjdevic le sigue saliendo casi todo. Solo le faltó una amarilla para descansar el domingo y estar disponible para el partido contra el Espanyol, aunque las molestias de Campuzano invitan a seguir la máxima galleguista: pensar solo en el próximo partido. Y que siga la racha.