Sociedad

Hosteleros manchegos, con "incertidumbre" ante el código QR

Aseguran que hay clientes que se muestran reticentes a registrarse. Con la flexibilización de las restricciones, algunos no han abierto porque, dicen, no les es rentable

Un camarero trabaja en el interior de un bar / Lola Pineda - Europa Press

Las Pedroñeras

Esta emisora ha querido conocer cuáles son las sensaciones de los hosteleros manchegos tras la relajación de las medidas de restricción que les han permitido abrir al 30 por ciento en interior y 50 por ciento en terraza pero no en barra.

Algunos han decidido no hacerlo, como Teresa González, del bar “La Taberna”, de Tomelloso. Dice que no le es rentable abrir, aunque terminará haciéndolo, y afirma que es “una carga” la cuestión del QR. A partir del 12 de marzo será obligatorio disponer del código con datos y teléfono de contacto para pasar a un local de hostelería.

"Necesitamos tener a una persona solamente para vigilar que todos los clientes se registren. Muchos de ellos nos han transmitido que ellos no tienen por qué registrarse en ninguna base de datos y que, si el pasar a nuestros locales implica registrarse, van a plantearse tomar algo en nuestros establecimientos", afirma.

Teresa González es, además, portavoz de la plataforma de los hosteleros que se vienen manifestando todos los domingos en la localidad. Dice que seguirán hasta que se flexibilicen las condiciones.

Gente que lo entrega y que no

Por su parte, Raúl Irnán, del restaurante “El Bomba” de Las Pedroñeras, sí ha abierto sus puertas. Aunque han empezado con ganas, “la cosa está flojilla”, dice, y, sobre el QR, afirma que hay gente que sí se lo ha entregado y que, otra, que no. "Poco a poco", afirma.

"Hay muchísima gente que lo entrega y hay otra mucha que no dice nada. Como ahora no es obligatorio, les avisamos que lo será. Por otro lado, nosotros no somos policías y hay gente que se molesta cuando recuerdas las retricciones y nos dice: "a que no vengo más'".

Entiende que haya negocios que no han abierto, y comenta que, aunque él tiene un negocio amplio “debo tener a más plantilla y no he tenido ayuda”.

Por su parte Kiko Santos, presidente de los empresarios de Socuéllamos y propietario del restaurante-marisquería Kiele, afirma que el balance de la apertura “no es malo”, aunque no del todo positivo por el tema del aforo. Dice que “echa para atrás” a muchos clientes el tenerse que identificar y pide ponerlo en otros sectores.

"Tenemos otra incertidumbre con los códigos QR, ya que hay gente que no tiene teléfonos inteligentes y otra que no se quiere identificar. Creo que habría que ponerlo en otros sitios, lo mismo te has contagiado en otro lugar y el control también se podría hacer en la peluquería o supermercado", dice.

 
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