Estado de desecho

León

El estado de derecho es un vodevil en tres actos que se representa con gran éxito en las mejores salas de audiencia del país. No hay semana que no tenga un juez, fiscal o sentencia que nos deje con la misma cara de Maritrini cuando cantaba el Yo no soy esa.

Al pueblo llano nos encandila la escenografía viejuna de los juzgados, esas togas llenas de caspa y ese formulismo de funcionarios cesantes que acaba por convertirse en germanía pura, un jeroglífico que expulsa a los legos justiciables de la comprensión del sistema que administra justicia como se administra la finca urbana del abuelo o un secreto innombrable. Echo en falta si acaso las pelucas británicas que tanto ayudan a tapar las vergüenzas en forma de auto y sentencia que nos asaltan a cada paso.

Y es que al honrado ciudadano le crecen caras de perplejidad cuando lee que un tal López, mediaba entre Bárcenas, un delincuente condenado, y el Partido Impopular, cuando era Juez de la Audiencia Nacional. Hoy es consejero de Justicia de la impar Ayuso.

Y qué me dicen de esa absolución de Cristinita Cifuentes porque no queda probada su participación directa en la falsificación de un Máster que no hizo. Parece que la carga probatoria si alcanza a la funcionaria de turno y a la mamporrera Feito. Hay gente que se empeña en regarlarte un Máster igual que otros nos obcecamos en regalar un pañuelo estampado por el día de la madre.

Y todavía hay gente que duda del estado de desecho y de la igualdad de todos ante la ley. Qué vergüenza.

Menos mal que hoy es Carnaval y podremos olvidar por un ratito tantos miércoles de ceniza.