'Expectativas', por Emilio Ivars
Comentario de opinión para el programa Hoy por Hoy Murcia del maestro de primaria y exdiputado del PSRM
Murcia
Expectativas
La Pizarra de Emilio Ivars/ Expectativas (17-02-21)
04:33
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Buenas tardes. No me dirás que no vivimos tiempos de expectativas, de esas esperanzas de que algo suceda, que se haga realidad. De esas expectativas que, cuando se cumplen, nos lanzan a lo más alto pero, cuando no, son capaces de meternos de lleno en un profundo pesar. ¿Qué te parece si hablamos hoy, en esta pizarra, sobre las expectativas y lo que sucede alrededor de ellas?
Por un lado nos encontramos con esas expectativas, que tú mismo te creas, con las que sueñas o esperas que algún día sucedan. Tu plan de vida, tu ilusión de un próximo viaje (fíjate, en los tiempos que estamos pasando), tus notas en esos exámenes... un sinfín de opciones de deseos que tú te vas marcando en tu día a día. Como son tus expectativas, las tuyas, lo que tú te planteas lo puedes ir moldeando poco a poco, cambiando, adaptando a nuevas situaciones o añadiendo impulsos a lo que ya tenías como sueño. En ocasiones te decepcionas contigo mismo, sí, porque no mediste bien las posibilidades y te marcaste un alcance muy alto o porque has tenido un contratiempo inesperado y tienes que reformar tu planteamiento. Pero son tus expectativas, como digo, las tuyas y sólo tuyas.
Por otro lado tienes las expectativas que te crean otros. A veces sin querer, sí; pero la mayor parte de las ocasiones queriendo. Te ofrecen, nos ofrecen, ideas y promesas de presente y de futuro y -como humanos que somos- las incorporamos a nuestra vida como esperanzas de conseguir lo anunciado.
Hace ya casi un par de años, por ejemplo, te generaron expectativas de regeneración y cambio en la Región de Murcia. Te prometieron, los unos, que nada sería igual después de tantos años de un gobierno conservador en esta región. Tú mismo empezaste a oler, en los otros, un perfume de cambio en las opciones de gobierno de esta comunidad autónoma. Y luego llegó la decepción. Ni unos cumplieron con las expectativas ni los otros tuvieron opción de realizar movimiento alguno. Estas no eran tuyas, te las generaron ellos y por eso son difíciles de olvidar, porque no cumplir una expectativa es muy difícil de perdonar.
Más recientemente (hace unos meses), y después de dejar todos los días en su casa a 5 o más alumnos de las aulas de infantil y primaria, nos generaron la esperanza de que más pronto que tarde volvería la normalidad a las aulas y así nos evitarían el martirio a padres y madres, profesorado y alumnado. Unos lo anunciaban ya para después de Navidad y te lo creíste. Otros lo pusieron como condición para aprobar unos presupuestos, y te lo creíste. Y otros se conformaron con hacer ruido un par de semanas con el tema. Tú pensabas... pero si todos están de acuerdo. Seguro que dentro de nada mis hijos vuelven los 5 días a la escuela.
Pero no. Una vez más han defraudado tus expectativas. Tampoco son tuyas, lo sé. Lo dieron por hecho, te lo anunciaron repetidamente y te han defraudado de nuevo. Te preguntas, además, que por qué sabemos cuando abre un bar y cuando lo cierran de nuevo con unos parámetros medibles, pero no sabemos ni nadie nos dice con qué parámetros podremos recuperar la normalidad en la escuela.
No sé tú, pero yo veo cada vez más vendedores de humo, vendedores de falsas expectativas, sabiendo a conciencia que no las pueden cumplir. Te anuncian la misma idea muchas veces, la cambian a la semana siguiente y luego no la ejecutan. Como si en una competición estuvieran, a cada uno nos dicen aquello que queremos oír, sin el más mínimo remordimiento. Luego, siempre pueden echarle las culpas a otro de no haber cumplido. Y ya sabes tú que no hay nada mejor para la decepción que te generen expectativas que no pueden ni quieren cumplir.
Y entre todo este humo, en Cataluña ha aparecido un tal Illa, de nombre Salvador. Fíjate tú que yo no lo veía, lo reconozco. Pero, en tiempos de radicalidad, la expectativa de la sensatez, la moderación y el saber estar han generado muchos adeptos. Probablemente esa sensatez no pueda gobernar, ojalá me equivoque, pero aportará un equilibrio necesario a la política catalana y, por ende, a la española, tan necesitada de sensatez y moderación. Illá sólo te defraudaría las expectativas si, en algún momento -como en otros territorios ha ocurrido-, abandonara ese punto de cordura y comenzara a dar virajes continuos y radicales.
Lleva cuidado, amiga, amigo. Nos están levantando las restricciones. Demasiado pronto, diría yo. Ya nos podemos tomar algunas cervezas en las terrazas. Hagámoslo con moderación, con respeto a las normas y quitándonos lo mínimo la mascarilla. Y si podemos hacerlo en nuestro pueblo, en nuestra ciudad, mejor que mejor, que nuestros bares nos necesitan más que nunca.
Nos vemos en la próxima pizarra.