Pedro Duque: "Si me he subido a un cohete ruso, ¿cómo no me pondría su vacuna si la llegaran a autorizar?"

Valencia

Acabamos de cumplir un año de pandemia. La COVID- 19 ha cambiado nuestras vidas y no solo ha convertido la mascarilla en una obligación, sino que ha puesto a prueba nuestra fuerza a golpe de incertidumbre, ha desafiado nuestro compromiso con lo común y, como contrapunto, ha puesto en valor algo que nos salva la vida: la ciencia.

La nacionalidad de la vacuna no condiciona al ministro de Ciencia e Innovación, Pedro Duque, que se guía por otros criterios como la aprobación y las instrucciones de la Agencia Europea del Medicamento (EMA). “Si dice que tiene la efectividad adecuada y, además, estoy dentro del grupo de edad, claro que sí me pondría la Sputnik V. He arriesgado mi vida en un cochete ruso, no porque las cosas sean rusas tienen que ser peores”, admite.

Ampliar

Aun así, Pedro Duque, confía en que España pueda disponer de su propia vacuna, aunque no se atreve a avanzar una fecha. “Tenemos diferentes proyectos, el más avanzado podría empezar las pruebas clínicas antes de mitad de año”, admite.

El ministro señala que nuestro país forma parte de un proyecto europeo y que “nuestro país va a ser uno de los grandes suministradores de vacunas a todo el mundo”. Reconoce que por estar en la UE dispondremos de vacunas suficientes y a mejor precio.

El Pacto por la Ciencia

Únete al canal de WhatsApp de la SER

Uno de los desafíos para el titular de ciencia e innovación es que se destine a investigación el 2% del PIB. Cada vez lo ve más cerca. Duque ya se ha reunido con las 64 entidades que han firmado hasta el momento el Pacto por la Ciencia y la innovación que se basa en los siguientes puntos: Más recursos que vienen de obtener una financiación en sintonía con las prioridades del país. Este documento, que apuesta por la financiación pública en I+D+I, excluyendo partidas financieras, aumentará regularmente de forma que alcance el 1,25% del PIB en 2030, lo que supondrá llegar al 0,75% antes de 2024.

El Pacto por la Ciencia contempla una mayor autonomía y coordinación de las entidades financiadoras de I+D+I, así como la incorporación, recuperación y consolidación del talento científico e innovador con el objetivo de que se consolide una carrera pública estable y predecible para el personal investigador y técnico equivalente a las de los países más avanzados.