'Son como linces pero no son capaces de hacer algunas tareas cotidianas'
Desde el Servicio de Capacitación para el Empleo de Autrade se les ofrece capacitación específica y se les acompaña en los centros de trabajo, para garantizar su inserción con apoyos personalizados.
Pablo Rodríguez con 22 años ha culminado un Grado Medio de FP y ya ha realizado prácticas en la Diputación y empresas como Laborvalía
Pablo Rodríguez, 22 años y Síndrome de Asperger: "Mi hermana me ha empujado en la buena dirección"
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Ciudad Real
No son personas antisociales, pero presentan un trastorno del desarrollo, a veces difícil de diagnosticar, que les afecta a la comunicación social en el día a día y necesitan apoyos para adquirir habilidades y saber lo que tienen que hacer en cada momento. En el Día Internacional del Asperger hemos conocido la historia de Pablo Rodríguez, a sus 22 años tras culminar un grado medio de FP, de Gestión Administrativa, solo piensa en trabajar. De hecho ya ha realizado prácticas en la Diputación de Ciudad Real, en la empresa Laborvalía y en la sede de la Asociación que ha servido de guía a su familia.
Aspira a ser un empleado más del Ayuntamiento, conserje en un instituto o incorporarse a la plantilla de Autrade, la Asociación Regional de Afectados de Autismo y otros trastornos del Desarrollo.
El término se conoce ya como TEA, trastorno del espectro autista, síndrome que no les impide formarse ni incorporarse al mercado laboral, de hecho, en las áreas o disciplinas que dominan demuestran ser auténticos linces con "altas capacidades". No obstante como nos explica la psicóloga de Autrade, Isabel Ruedas es fundamental que se les dote de las herramientas adecuadas, que el entorno sea sensible y lo más accesible para facilitar su inserción. Hay que dotarles de una planificación y recalcular las tareas a desarrollar, con anticipación.
Trastorno del desarrollo que no siempre es fácil de diagnosticar que se manifiesta con cierta inmadurez, con incapacidad para resolver problemas porque les falla la función ejecutiva. En su caso, en la etapa infantil sus profesores observaron el retraso en el lenguaje en comparación con sus compañeros, pero con refuerzos educativos, fue superando la primaria y la ESO. No obstante, ni el pediatra ni los médicos que le trataron supieron orientar a la familia para abordar el retraso cognitivo evidente que presentaba. De hecho, explica su padre Luis Rodríguez, "llegamos a ir al servicio de Salud Mental Infanto Juvenil y nos regañaron" .
Señales de alarma: retraso en el lenguaje
Síndrome que se confirmó, en su caso, a los 9 años, finalmente en un centro especializado en Madrid, tras la realización de un test y un estudio psicológico. Sus padres nos cuentan cuales fueron las señales de alarma.
Con 3 años no sabía por ejemplo abrocharse un botón pero sí relataba de memoria, el abecedario, como si fuera el Padrenuestro en algunos aspectos era un lince y en otros se mostraba más torpe, señala su madre Maribel.
Reconoce que a veces le cuesta entender a sus compañeros, cuando se produce la comunicación 'con doble sentido o alguna ironía' tarea en la que le echa una mano su hermana Belén, insiste Pablo, "ella me ha ayudado a seguir el camino en la buena dirección a introducirme en el círculo de amigos".
Una jornada para comprenderlos mejor, en la que hay que acabar con el mito de que no son personas afectivas ni participativas. Pablo nos cuenta con emoción que le encanta la música, el deporte y sobre todo, las procesiones, aunque este año tampoco las podrá disfrutar, por la pandemia.