
Preguntas ante la desescalada
Ahora que parece claro que marzo será el mes de la desescalada, podríamos plantear una serie de preguntas a partir de lo aprendido en esta pandemia.
La lección más importante es tan simple como dura: a más apertura y relajación de medidas, más contagios. No hay otra, al menos mientras no esté vacunada e inmunizada una parte importante de la población. Y aún no estamos ahí.
Por tanto, si no queremos volver a improvisar ante una posible cuarta ola, ¿cuándo estaríamos dispuestos a cerrar? Me parece una pregunta básica. A estas alturas, ya deberíamos tener claro a partir de qué incidencia acumulada de casos habría que actuar y endurecer medidas, o qué nivel de ingresos en los hospitales comienza a ser insostenible. No tener pensado esto puede significar actuar tarde, y ya se ha visto que con consecuencias fatales.
Segunda pregunta, ¿cuáles son las restricciones que deberían ser permanentes? Con mascarilla y distancia de seguridad ya se ha visto que no es suficiente, por lo que habrá que saber qué medidas no hay que tocar. Y optar sí o sí por las de menor impacto económico.
Tercera pregunta, ¿queremos vacaciones de Semana Santa? De su respuesta depende la forma en la que se haga la desescalada de marzo.
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