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Decidir sobre el propio cuerpo

Comentario Ana Castaño 19.02.21

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Asturias

El borrador del Ley Trans ha generado un amplio debate en el que, junto a argumentos interesantes, se han vertido opiniones que, al menos mi juicio, son completamente infundadas e impropias de un debate mínimamente riguroso.

Ante la posibilidad de que las personas trans puedan cambiar su sexo en el Registro Civil sin más requisito que la declaración expresa de su voluntad, he leído afirmaciones en las que se sostenía que eso implicaría que según el interés particular del momento y las ventajas que pudieran obtener, los hombres irían cambiando de sexo. Se amenaza así con futuro que, francamente, creo que solo está en la cabeza de las personas que emiten esas opiniones.

Sobre el hecho de que los menores puedan cambiar de sexo he escuchado a una representante del "feminismo institucional" alarmarse porque eso podría implicar que cualquier niña, que tuviera comportamientos que no se adecuaran al rol femenino, podría ser animada a un cambio de sexo. Banalizando, de ese modo, un asunto muy serio: el sufrimiento de los menores trans.

Son dos ejemplos de las exageraciones en las que se ha incurrido en el debate pero, lamentablemente, se podría citar otras muchas más.

Es entendible que este anteproyecto sea objeto de discusión y controversia. Los asuntos que abordan, su implicación en diversos ámbitos de la vida cotidiana o su relación con otras normas, merecen una reflexión sosegada. Pero no creo que ayude al debate las afirmaciones sumarias y las descalificaciones, ni puede estar de acuerdo con aquellos sectores del feminismo que califican a esta Ley, que tiene como objetivo, recordémoslo, promover y garantizar la igualdad real y efectiva de las personas trans, de enemiga de las mujeres.

Como tampoco lo ha favorecido el tactismo ramplón de Unidas Podemos, el pasado martes, al abstenerse en la votación para empezar los trámites de la ley para la igualdad de trato y la no discriminación

A la Ley Trans todavía le queda un largo recorrido antes de llegar al Congreso, en ese camino y también en sede parlamentaria se podrán introducir las modificaciones pertinentes que mejoren su articulado; pero confiemos que llegue a buen término porque, tal y como se dice en su exposición de motivos, restituye a la persona el derecho inherente a decidir sobre su propio cuerpo.

 
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