"Si puedo hacer algo para ver a la familia tras un año, sin pensarlo": un gijonés en el ensayo de Janssen

El ensayo clínico que está realizando Janssen, la farmacéutica de Johnson & Johnson, en Europa sobre su vacuna cuenta con 30.000 voluntarios; 3.000 de ellos en Bélgica. En la lista de personas que han levantado la mano para probar la profilaxis se encuentra un español. Iñaki Aldecoa, natural de Gijón con raíces vascas, no lo dudó. "Me lo comentó un compañero de trabajo y no lo pensé mucho porque si lo hubiera hecho, igual no hubiera participado", ha bromeado en SER Gijón.

Iñaki vive en Bélgica desde 2013. Su valentía le llevó hasta el país a buscarse la vida, luego llegaron su mujer y su hija. A sus 55 años, ha reconocido que nunca tuvo miedo porque le parece "fundamental" vacunarse. "Llevo más de un año sin ir a España por respeto a mi madre ya que es mayor. Si podemos hacer algo para ver a la familia, a los amigos y acabar con esto, yo creo que todos debemos hacerlo", ha reflexionado. La primera dosis de la vacuna llegó el pasado 12 de febrero y ha reconocido que el día del ensayo sí estaba "muy nervioso. Me enteré tres días antes. En los días anteriores y posteriores estaba tranquilo y no es que dudara, porque estaba muy convencido, pero, en el momento, si pensé ¿qué haces aquí?". 

En un proceso donde siempre hay incógnitas, siempre contó con el apoyo de su madre, de sus hermanos y de su mujer y su hija. Con cierto humor, señala que "lo hubiese hecho aunque me hubieran dicho que no porque soy muy cabezón". Poniéndose más serio, añade que tener el beneplácito de los tuyos "ayuda. No es lo mismo tener que dar explicaciones a que toda tu familia te diga, adelante. En todo momento me han apoyado". También ha revelado un secreto, más allá de la preocupación de su madre, "me dijo que más tonto no me iba a quedar. Eso es amor de madre", ha dicho entre risas. Ahora a Iñaki le queda la segunda dosis y luego un periodo de control de dos años "con cinco visitas presenciales y tres telefónicas".

Fatiga y egoísmo

Un año después del inicio de la pandemia reconoce que "es un desgaste muy fuerte psíquicamente". En Bélgica llevan mascarilla durante toda la jornada laboral. Sin embargo, por la calle no es obligatoria en todos los sitios al igual que en España; sí en calle muy transitadas y a la hora de entrar en comercios o supermercados. La vía de escape a la rutina era Gijón. "Normalmente íbamos, por lo menos, un mes al año para ver a la familia, amigos... y desconectar. El no poder hacer eso, unido a que aquí tampoco puedes hacer nada porque bares y restaurantes están cerrados desde octubre, lo acabas pagando. Noto la cabeza cansada", ha apuntado en una sensación cada vez más generalizada. El día a día se ha convertido en una repetición: casa, trabajo, hacer la compra. "El fin de semana hago algo de deporte, pero nada más porque en casa tampoco puedes recibir amigos como antes. Me queda leer mucho, escuchar música y ver series de televisión", ha explicado.

Pese a la distancia, Iñaki no pierde de vista la actualidad española sobre el COVID-19. La primera consideración es que la pandemia "es más o menos en todos los países igual". La segunda es más profunda. "Somos un desastre. En España hay mucha gente que sigue las normas, pero somos muy egoístas y aquí es parecido. El día que iban a cerrar los bares pregunté a un compañero de trabajo y me dijo que todo el mundo estaba en la calle", ha concluido. Ahora espera por la segunda dosis y la cuenta atrás para volver a casa y poder disfrutar de la desconexión que aporta el Mar Cantábrico.