Las tribulaciones de Puigdemont en la Corte de Europa

Albacete

El Parlamento Europeo votó ayer a favor de levantar la inmunidad del eurodiputado Puigdemont, ex presidente de Cataluña, porque consideró que los hechos por los que le persigue la justicia española son anteriores a su ingreso en la Eurocámara. Con ello, se abre la posibilidad de volver a solicitar a Bélgica su entrega a España para ser juzgado como sus correligionarios lo fueron, siendo condenados a largas penas de prisión.

La tergiversación que se observa en los discursos de ambos lados de la contienda jurídica: el independentismo y el poder judicial español, es notoria. La votación de ayer no tiene nada que ver con un reconocimiento ideológico del delirio independentista catalán, aunque así lo planteen los grupos políticos que votaron contra el levantamiento de la inmunidad. Pero tampoco supone una espaldarazo a la muy criticable trayectoria del poder judicial español en este asunto.

La euroorden es un mecanismo de entrega que sólo es automático en relación con una lista de delitos, entre los que no se encuentra aquel que se le imputa al ex presidente de Cataluña. En esos casos, la justicia del país requerido -Bélgica- investiga si ese hecho está castigado en su Código Penal. La negativa de Alemania a entregar a Puigdemont en 2018 supuso la constatación de que el Tribunal Supremo español estaba persiguiendo inadecuadamente a los independentistas catalanes. Aquello molestó muchísimo en Madrid, pero ha ocurrido algo similar en innumerables ocasiones, aunque sin la trascendencia política de aquella.

Si el Juez Llarena, en nombre del poder judicial español, somete la cuestión ahora al Tribunal de Justicia de la Unión Europea, puede encontrarse con otra respuesta negativa, que tampoco deberá interpretarse como un apoyo al independentismo sino más bien como la normal aplicación del Derecho comunitario en la Corte de Luxemburgo. Allí nos miran con mucha más distancia de lo que algunos creen: somos 1 entre 27...Cuando nos llamamos Europa queremos decir exactamente eso, que somos una pequeña parte de una organización supranacional.