Se busca casa en pueblo pequeño para nuevos vecinos
Hay en marcha procesos económicos y sociales que cambian la organización de la población en el territorio y frenan la tendencia a la despoblación
La falta de vivienda en venta o alquiler es el principal problema al que se enfrentan quienes se quedan en el medio rural o deciden regresar
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Teruel
En las primeras décadas del siglo XX, el padrón de la mayor parte de los pueblos de España y Europa se redujo porque sus habitantes pudieron elegir fuera entre más y mejores oportunidades laborales. Sobre el problema de la vivienda se hablará en el II Foro de la España Vaciada que organiza la Cadena SER en Calamocha, este próximo 26 de marzo.
Como explican Vicente Pinilla y Luis Antonio Sáez, profesores de Estructura e Historia Económica y Economía Pública de la Universidad de Zaragoza, de la Cátedra de la Despoblación de la Diputación de Zaragoza, la gente se marchó a la ciudad “por su capacidad para proporcionar mayores niveles de bienestar material”. El medio rural se vaciaba. Las casas familiares se fueron cerrando con el último adiós a los padres. La mayoría de estos inmuebles se ventilan sólo unos días en verano o en Semana Santa por las vacaciones.
En los últimos años del siglo pasado y en los primeros 20 del actual, se vienen dando una serie de reestructuraciones económicas y sociales que transforman las ciudades. La población se dispersa y se “metropoliza” territorio hasta entonces poco ocupado. Estos fenómenos no terminan con la concentración, pero la estructura urbana se expande. El núcleo de la ciudad es espacio de consumo y ocio, no tanto de producción. Hay una segregación social entre los centros urbanos, y las nuevas zonas residenciales en espacios más abiertos.
Cambios en el mercado inmobiliario
La movilidad es mayor. La digitalización de la economía es imparable. Las formas de relacionarse socialmente están cambiando. Van teniendo peso en la toma de decisiones otros valores, que tienen más que ver más con lo intangible que con lo tangible, con lo natural y lo original.
Con el bienestar, la calidad de vida, y el medio ambiente. Estos y otros factores explican la dispersión de la población y repercuten en el mercado de inmobiliario. También en el medio rural, donde, por otra parte, la actividad económica se ha diversificado y no es exclusivamente productiva o agraria.
En definitiva, el lugar en el que vivir ya no se elige únicamente por la cercanía al puesto de trabajo. El sentido y las connotaciones de rural y ruralidad han cambiado a positivo, y los estilos de vida en el campo y la ciudad se han homogeneizado.
Así pues, hay personas que deciden mudarse de la ciudad al pueblo ya sea de forma permanente o temporal, y otras que no quieren dejar el medio rural. Este es un proceso incipiente.
Son movimientos de organización de la población diferentes a los anteriores, que pueden frenar la despoblación y establecer nuevas relaciones entre lo urbano y lo rural.
Una segunda oportunidad
La falta de vivienda para quienes eligen el pueblo donde vivir es parte de esa realidad, en comarcas de la provincia de Teruel como las del Jiloca, la Sierra de Albarracín, la Comunidad de Teruel o Gúdar Javalambre, entre otras.
Como explica Silvia Benedí, técnica de cooperación el Grupo de Acción local que gestiona fondos europeos de desarrollo rural en las comarcas del Jiloca y Daroca, “es un problema que vamos viendo todos los días”. El pasado verano diferentes entidades y territorios de todo Aragón pusieron en marcha el proyecto “Pueblos Vivos”.
Es un intento más de sujetar su población y atraer a nuevos pobladores. La primera acción fue realizar una encuesta para conocer los problemas a los que se enfrentan quienes piensan en el pueblo como opción de vida.
“Uno de los datos más escalofriantes que salieron es que, el 55% de las personas que habían intentado venir a vivir a pueblos de menos de 1.000 habitantes, habían desistido porque no habían encontrado dónde”. Confiesa Benedí que esa respuesta entristece cuando estamos continuamente hablando de que los pueblos se vacían.
“La corriente que puede haber de vuelta no está siendo recogida y acaba en pueblos grandes o en capitales”, explica. A partir de ahí surgió la creación de una bolsa de viviendas para visibilizar las que están disponibles en alquiler o venta. De entre todos los encuestados, (fueron unos 590 además de 92 ayuntamientos) sólo había 7 personas que alquilaban su casa.
El resto las utilizaban como segunda residencia o les daban algún uso. En los diferentes portales inmobiliarios que también se revisaron se hallaron otras 5 viviendas de las comarcas del Jiloca y Daroca en alquiler.
La bolsa que se ha activado desde Adri Jiloca-Gallocanta pretende mostrar lo que hay a quien desea venir, así como la demanda que existe a aquellos que tienen una casa en el pueblo sin utilizar. “Una casa cerrada pierde, pero también pierde el pueblo”, señala Benedí.
Un flujo a lo rural
Esta técnica explica que hay personas que se asombran de que pueda existir interés por alquilar su casa “no se creen que haya un mercado en pueblos pequeños”. Desde su experiencia afirma que existe ese flujo de población, por el COVID-19 y por otros factores que están ayudando a que haya un retorno.
En la bolsa cuentan ahora con 15 viviendas, cuyos propietarios han pensado en darles una segunda oportunidad. De esas dos son para alquiler en Anento, y en Berrueco. El resto tienen el cartel de “Se vende”, tanto para entrar a vivir como para reformar.
Cuenta Silvia que la intención es “buscar la colaboración de los ayuntamientos porque hay muchas casas en venta y alquiler en los pueblos pero que se quedan en el mercado interno del pueblo y no llegan a ningún portal”, a los que pueden recurrir quienes están buscando.
Desde Adri Jiloca-Gallocanta están preparando una guía y fichas para facilitar el trabajo a secretarios y corporaciones locales pequeñas para que conozcan todas las oportunidades que el mercado inmobiliario ofrece a su localidad.