Deporte para curar las heridas del alma, la guerra y la pandemia

Puertollano

En su primera temporada en Primera División, único equipo de la provincia de Ciudad Real en esta categoría, no han ganado un solo partido, pero definitivamente hay cosas mucho más importantes. Desde este lunes, los jugadores han dado la bienvenida a Wessam, un joven de 33 años, refugiado palestino que reside en Ciudad Real, y que está en silla de ruedas desde que fue víctima de un atentado en agosto de 2010 en el que murieron ocho personas.

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Wessam atravesó media Europa hasta llegar a la capital provincial el 22 de febrero de 2020, sin saber una palabra de español .La pandemia afectó muy negativamente a su salud física y psicológica, y eso es justo lo que quieren revertir mediante la práctica,  tres veces por semana, de  baloncesto adaptado. Valentín Bastante es entrenador del equipo puertollanense

Valentín Bastante es también representante de la ONG Calma junto a Lourdes Patón, psicóloga del programa de Asilo y Refugio de otra ONG denominada Movimiento por la Paz de Ciudad Real. Aunque solo lleva una semana entrenando con el equipo, Wessam, nos dicen, ha vuelto a sonreír. El equipo luchará por no descender, pero ya ha sumado una victoria infinitamente más importante

Wessam entrenará con el equipo tres días a la semana, lo que sin duda favorecerá su inclusión en la sociedad y en el club, cuyo presidente, Reyes Romero Rey, ha reconocido que “la verdadera razón y por lo que se creó el club fue esta, la labor social, pero no queremos renunciar por supuesto al ámbito deportivo ya que también nos está dando visibilidad, repercusión y reconocimiento"

Conseguir la unión entre deporte y discapacidad no siempre es fácil, pero los muchos años que lleva el Club BSR Puertollano AMIAB trabajando junto a las distintas administraciones que apoyan este proyecto (Ayuntamiento de Puertollano, Diputación Provincial de Ciudad Real y Junta de Comunidades), han mostrado los beneficios que aporta el deporte al colectivo, favoreciendo la autodisciplina, el compañerismo y el amor propio, tres valores esenciales para la reintegración social de las personas que sufren cualquier tipo de lesión medular, amputaciones u otras discapacidades.