La ideología o la vida

Las Palmas de Gran Canaria

La pregunta del millón en el primer aniversario del confinamiento es cuánto cambiarán las cosas tras el COVID. Hay quien cree que ya no seremos los mismos. Y quienes opinan todo lo contrario, que nada esencial cambiará. Por ejemplo, la política española.

Ni los 72.000 fallecidos oficiales por la pandemia; ni los tres millones de contagiados; ni el desplome del turismo y la caída del 11% del PIB; ni la multiplicación de las ayudas de Cáritas o Cruz Roja, por citar solo los datos más impactantes, han logrado mover un ápice a la clase política de su apego al frentismo.

Mientras la sociedad se lame las heridas y vislumbra un futuro aún sombrío --pese al éxito de fabricación de las vacunas en tiempo récord-- nuestros dirigentes públicos se entretienen, tanto aquí como fuera, en cuitas internas, mociones de censura y campañas electorales.

Como si la ideología, y solo la ideología, importara más que la vida misma.

Confrortarse, y uno unirse, tiene consecuencias evidentes para la gestión de esta crisis. Y no van a ser ellos los que más sufran. Que no tenemos políticos a la altura del reto es la primera de las lecciones que nos ha dejado ya el COVID-19.