Los mercaderes de vacunas

Las Palmas de Gran Canaria

La pandemia ha incorparado a nuestras vidas nuevos hábitos, un nuevo lenguaje y, también, nuevos millonarios.

Según la revista Forbes, los científicos que han fabricado las vacunas más existosas contra el coronavirus han entrado a formar parte de su selecta lista de multimillonarios. Astrazeneca no está incluida en ella. Sí lo están Pfizer, que calcula que sus ventas le reportará 15.000 millones de dólares este año. Y también Moderna, que espera ganar incluso más: 18.400 millones en 2021.

Que haya personas que no tengan reparo alguno en sacar partido del mal ajeno en beneficio propio es algo bien constatado en la historia de los conflictos bélicos, con su pléyade de especuladores. El problema no es que este otro virus sea parte de la naturaleza humana. Lo grave es la incapacidad de las autoridades de inocularse contra él, estableciendo mecanismos de control de los abusos del mercado. Sobre todo en tiempos de pandemia.

No está constatado el efecto pernicioso de la vacuna Astrazeneca, pero su cuestionamiento está teniendo ya un defecto desmoralizador y hasta demoledor en el proceso de vacunación, que el planeta necesita que se globalice y se imponga con la menor resistencia posible. No hay, que sepamos, otra vía para sacarnos de esta crisis.

Es posible que sea pura casualidad que justo la vacuna que se comercializa al precio más asequible sea, precisamente, la que acaba fuera del mercado.

Puede que sí, o puede que no, sea casualidad.