Nuestra propia procesión

Córdoba

Parece que este año todos vamos a llevar a cabo distintas penitencias, seas o no religioso, hayas sido o no pecador, creas o no en el perdón y en la resurrección… la situación general nos obliga a seguir manteniendo toda la calma posible ante la ineptitud que nos rodea con la gestión europea de la pandemia ante una vacunación, simplemente, ridícula en cifras.

Por ello, quizás, estos días que se acercan son buenos para recordar el ingente patrimonio cultural religioso que se desarrolla en Andalucía; cómo, esas formas sagradas que son las procesiones participan y se imbrican con formas artísticas contemporáneas tales como la instalación, el arte de acción, el arte público, la performance, la pintura, la música, la escultura o el arte textil, entre otros.

Quizás, estos días son ideales para demostrar la sensibilidad con los artistas profesionales de este sector que, al igual que otros sectores, están sufriendo un impacto inigualable en su producción y van a soportar un segundo año sin Semana Santa. Esos imagineros que hacen un arte único, a día de hoy, que convive con naturalidad en Andalucía con las formas más inmateriales, discursivas y procesuales del arte contemporáneo. Ese sector artesanal y artístico tradicional que tiene tanto que aportar a la cultura actual.

Así, hacemos un llamamiento a la empatía necesaria con todas esas personas que, este año, están sufriendo su particular Via Cruxis tras pasar por una ‘novena estación’ pandémica y que ven cómo parte de la acción política española se resume –simplemente- en promover mociones de censura o adelantar elecciones, mientras todos esperamos con impaciencia esa ansiada ‘decimoquinta estación’.