La visita
Por Rafael Benitez Toledano
Jerez de la Frontera
Es tal la acumulación de pérdidas, la sucesión de esquelas inesperadas, que nuestra vida cotidiana está adquiriendo un barniz de tanatorio, de duelo permanente.
Con motivo de la muerte de Manolo Domecq Zurita he querido dejar pasar un tiempo antes de escribir unas líneas sobre él; demasiados recuerdos de tertulias compartidas, comilonas en Palacio y cotilleos de alcurnia.
Me quedo, de entre todos en el curso de tantísimos años, con la visita que le organizamos Rocío Benítez y servidor a la que fue su casa durante toda su vida, profesional y familiar: LA BODEGA, que no pisaba ni los aledaños desde que se vendiera.Lo acompañamos ese día por sus antiguos dominios-que él conocía, por supuesto, mejor que nosotros- con una mezcla de satisfacción y preocupación. Ante una herida que empezaba a cicatrizar y aquellos ojos húmedos del que reconoce cada rincón de un paraíso perdido. Los jardines, el Molino, Guadalupe...y por todas partes fotografías del joven anfitrión de otro tiempo, nuestro amigo Manolo Domecq Zurita.
Después almuerzo en Benavente ya con Carmen, un privilegio que no por repetido dejaba de asombrarnos, pero esa es otra historia. R.B.T.
Obituario de Manuel Domecq-Zurita
01:58
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