Sobre el déficit y las cifras de Román Rodríguez
La opinión de Pomares

Tenerife
Hacienda informó ayer de la ejecución presupuestaria de las Administraciones públicas españolas en 2020. En conjunto, el incremento del gasto público consecuencia de la pandemia, con medidas sociales para ayudas a familias, trabajadores y empresas, supone un incremento de más del diez por ciento del PIB, una cifra que supone un récord absoluto y representa la voladura de todas las reglas tradicionales de contención fiscal.
El déficit estatal ha permitido que las regiones pudieran contar con recursos también récord en la financiación autonómica, 4.800 millones más de los previstos, lo que ha reducido el impacto del déficit regional, entre otras cosas porque nueve de las 17 comunidades autónomas fueron incapaces de gastarse el dinero que tenían, Canarias entre ellas. El caso de Canarias es sin duda el más llamativo: primero porque los datos de superávit ofrecidos por el Ministerio no se aproximan ni de lejos a los que reveló hace unos días el consejero de Hacienda Román Rodríguez, que cifró el superávit regional en una cantidad comprendida entre los 160 y los 180 millones, cuando el Ministerio asegura que son 232, de 52 a 72 más de lo reconocido por Rodríguez. Además, Canarias es la región española con un superávit mayor en términos absolutos, y la segunda en relación a su propio PIB. En un año como el de 2020, con los gravísimos problemas producidos como resultado de la pandemia, y con las reglas fiscales suspendidas, que Canarias haya sido incapaz de gastarse 232 millones de euros clama al cielo. En pasados ejercicios –en una etapa de bonanza y crecimiento económico constante- Rodríguez, entonces en la oposición, fue extraordinariamente crítico con el Gobierno regional por su incapacidad para gastarse hasta el último euro recaudado. Ahora, en plena pandemia, justifica las cifras de superávit (que presentó más cocinadas que las del SocioBarómetro) alegando que la financiación recibida fue superior a la de otros años. Eso es cierto, pero también lo es que el dinero de más era un dinero finalista, destinado a gastos diferentes. Rodríguez intenta actuar con las cuentas como un prestidigitador, un charlatán de feria. Pero los números son lo que son. Y en esta ocasión le han dejado por mentiroso.




