Fermín Monasterio, la primera víctima civil de ETA
En el capítulo 29, La Ventana de la Memoria recuerda al taxista Fermin Monasterio, de cuyo asesinato por ETA se cumplen este viernes 52 años
Bilbao
En el capítulo 29 de 'La Ventana de la Memoria' hemos recordado la figura de Fermín Monasterio. Taxista en Bilbao, aunque nacido en Burgos, llevaba cinco años haciendo carreras por la capital vizcaína. El 9 de abril de 1969 circulaba por el Casco Viejo con su taxi cuando el etarra Miguel Echevarría 'Mecagüen', huyendo de la policía, se montó en el taxi y le pidió que lo llevase a Burgos.
Capítulo 29 | Fermín Monasterio, la primera víctima civil de ETA
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Al acercarse el taxi a Arrigorriaga por la autopista, Monasterio y Echevarría debieron de discutir. Puede que el taxista se negase a seguir adelante si Echevarría no aclaraba qué le pasaba. 'Mecagüen' sacó el arma y le obligó a detener el taxi. El etarra disparó contra Monasterio y después lo saco del vehículo y le remató hasta en tres ocasiones antes de seguir su huida. Monasterio fue la primera víctima civil de ETA.
Este jueves hemos charlado con Dori Monasterio, su hija. Tenía diez años cuando su padre fue asesinado por la banda terrorista. Ella y su padre eran "uña y carne": "Yo tenía mucha complicidad con mi aita. Hacíamos colecciones de cromos juntos. Siempre esperaba a que él llegase a casa por la noche, porque siempre había algún regalito", recuerda.
Aquel 9 de abril de 1969, del que este viernes se cumplen 52 años, Dori lo recuerda como "un caos". "Mi ama fue con mi hermana y conmigo al Casco Viejo de Bilbao. Nos había comprado unas telas y fuimos a la modista a tomar medidas para unos vestidos. Vimos que pasaba algo en el Casco Viejo, porque vimos a la Guardia Civil. Mi ama decidió volver a casa".
Cuando llegaron a su domicilio de Deusto "ya había un taxi esperando a mi madre". "Le dijeron: 'Acompáñame al hospital; tu marido ha tenido un accidente. Ella lo primero que dijo fue 'Qué raro. Mi marido conduce muy bien, qué raro que haya tenido un accidente'". Cuando su madre volvió a casa les transmitió la noticia, "dijo que había muerto, que lo habían matado y nada más. Lo único que hice fue coger a mi madre, abrazarnos y llorar".
A partir de ahí comenzó una época marcada por el dolor escondido de las víctimas, "el caparazón". Dori, rememorando esos tiempos, cuenta que le decía a su madre que, si le preguntaban en cualquier sitio por la muerte de su marido, dijese que había fallecido de un accidente de tráfico. Ella también lo dijo sobre su padre.
Monasterio dice no recordar qué era ser víctima del terrorismo, "porque yo me callaba; no quería hablar", añade. "Siempre que se hablaba de política, yo me apartaba. No quería saber nada. Me callaba porque me protegía; y eso lo hemos vivido todos", cuenta.
La conversación de Dori Monasterio con Eva Domaika transcurre durante la presentación del primer volumen del libro Historia y Memoria del terrorismo en el País Vasco 1968-1981, editado por el Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo. Un libro que es fruto de la investigación impulsada por el Instituto de Historia Social Valentín de Foronda, y que invita a reflexionar sobre los comportamientos sociales ante el terrorismo. 2000 páginas que recopilan todos y cada uno de los atentados comprendidos entre 1968 y 1981.
Este primer volumen ha sido coordinado por José Antonio Pérez y prologado por el director del Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo, Florencio Domínguez, y el director del Instituto Valentín de Foronda, Antonio Rivera. Con Pérez también hemos charlado en este capítulo de La Ventana de la Memoria.
El doctor en Historia Contemporánea por la UPV cuenta varios detalles muy interesantes sobre el libro. En él se recogen muchos testimonios de cómo contó la prensa de la época los asesinatos de ETA (portada, crónicas, reacciones, esquelas...). También se ha hecho una importante labor de rastreo para recopilar los homenajes rendidos a las víctimas.
Otro asunto que documenta muy bien el tomo es todo lo referente a las actas municipales, "que recogen cuál fue la reacción de los partidos políticos en cada localidad". "Es verdaderamente desolador en algunos casos ver cómo de las 605 víctimas que hubo en el País Vasco, sólo unas 150 —una cuarta parte— tuvieron en sus municipios algún tipo de moción de condena".
Para cerrar este capítulo hemos contado con Florencio Domínguez, director del Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo e impulsor de la trilogía, con su reflexión sobre la memoria y su legislación. "El recuerdo y el homenaje no puede tener lugar sólo en el ámbito privado, porque los hechos terroristas que provocaron víctimas no fueron episodios privados", concluye Domínguez.