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Tendencia de bajos niveles de procesionaria del pino en Navarra no pone en riesgo la estabilidad de los pinos

Medio Ambiente no considera necesario adoptar medidas especiales para el control de esta especie

La procesionaria en Navarra (08/04/2021)

La procesionaria en Navarra (08/04/2021)

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Pamplona

El Departamento de Desarrollo Rural y Medio Ambiente, a través del Servicio Forestal y Cinegético, constata una baja incidencia de la procesionaria del pino en el pasado invierno, según se desprende de los datos de seguimiento anual sobre los niveles de infestación de la especie. Esta baja incidencia sigue la tendencia del año anterior, y confirma que la plaga no pone en riesgo la estabilidad de los pinares atacados.

Cuando se están finalizando los trabajos de evaluación de los pinares de Navarra, los datos preliminares indican que los niveles de infestación son bajos en pinares de laricio, de carrasco y de silvestre: el 85% de los pinares evaluados tienen afecciones bajas, el 14,6% afecciones medias y únicamente un 0,2% presenta infestaciones graves.

No tocar las orugas

Por otra parte, en este inicio de la primavera y dado el incremento de la afluencia de visitantes en el medio natural derivado de la pandemia, el Departamento recuerda algunas de las pautas a seguir una vez iniciado el descenso de los árboles de las orugas de procesionaria. Estas orugas tienen pelos urticantes que pueden provocar reacciones alérgicas inflamatorias respiratorias y cutáneas que, en algunos casos, pueden ser de gravedad, por lo que se recomienda no tocarlas ni permitir que los animales de compañía lo hagan.

Se aconseja también restringir las visitas a pinares con alto grado de infestación en tanto las orugas finalizan su fase de descenso de árboles y enterramiento y, en caso de pasear o circular en bicicleta, se recomienda ropa que cubra cuello, brazos y piernas. Son frecuentes las afecciones en mascotas, por lo que deben llevarse atadas durante los paseos a fin de prevenir daños que, en los casos más graves, suponen inflamaciones con necrosis y/o ahogamiento del animal.

En pinares de toda Navarra

La procesionaria del pino (Thaumetopoea pityocampa shiff) es un lepidóptero de ámbito mediterráneo presente en la mayoría de los bosques de pino. En Navarra, se encuentra presente en pinares de laricio (Cuenca de Pamplona y Zona Media), pino carrasco (Zona Media y Ribera) y pino silvestre (Urraúl, Roncal, y Salazar).

A principios de verano comienzan a aparecer los primeros adultos (mariposas) que tienen una vida de apenas uno o dos días. Realizan el apareamiento y las hembras fecundadas vuelan hacia los pinos, donde depositan los huevos. A finales julio e inicio de agosto comienzan a emerger las primeras orugas (larvas), de tamaño casi indetectable, y se alimentan de las acículas de pino, convirtiéndose también en parte de la dieta de otras especies, por ejemplo, aves. Cumplen así un importante papel dentro de la cadena trófica del medio natural.

Poco a poco se van desarrollando en cinco estadíos de crecimiento y, cuando llegan los primeros fríos otoñales, forman bolsones sedosos como refugio. Estos bolsones, a modo de nido, se suelen ubicar en las zonas más secas, altas y soleadas del pino y, por tanto, más visibles. En ellos se refugian durante el día, y salen por la noche para alimentarse de las hojas de los pinos, siempre que no llueva o descienda demasiado la temperatura nocturna.

Las bajas temperaturas y largos periodos de precipitaciones invernales determinan la mortandad natural que sufrirán las orugas lo que, unido a la cantidad de alimento disponible y a los ciclos poblacionales propios de la especie, determinará los daños en pinares y la población que continuará su ciclo biológico.

Las orugas que logren completar su desarrollo larvario, a final del invierno descienden al suelo en procesión (de ahí su nombre común) para enterrarse y pupar. En este momento, precisamente el actual, es cuando son más visibles, pero también más peligrosas, debido a que han desarrollado unas vellosidades urticantes para defenderse de sus depredadores que, al contacto con la piel o las mucosas, pueden producir reacciones adversas.

Una vez que las orugas se entierran ya no salen al exterior hasta tres meses después a principios del verano, cuando han completado su transformación en mariposas saliendo de la tierra para completar así un nuevo ciclo biológico un año después.

Control biológico y recuperación de forma natural

Medio Ambiente no considera necesario adoptar medidas especiales para el control de esta especie, ya que los estudios indican que la mortandad de pinares como consecuencia de la procesionaria es muy baja, y que no está en riesgo la estabilidad de estas masas forestales.

Con carácter general, la pérdida de hojas de las que se alimentan las orugas debilita el pino, pero sin llegar a causar su muerte al no afectar a las yemas que permiten el desarrollo de nuevos brotes en una estrategia de supervivencia para ambas especies. Se ha constatado que los árboles son capaces de recuperarse de forma natural tras varios años, recuperando su follaje y su ritmo de crecimiento.

Frente a este problema, el Servicio Forestal y Cinegético desarrolla un plan de lucha biológica, continuando con la colocación de cajas nido para favorecer la expansión de predadores naturales que reduzcan las poblaciones de ciertas especies de plaga. El pasado mes de marzo se instalaron un total de 106 cajas nido para aves insectívoras y 82 para murciélagos, repartidas en distintas zonas de Esteribar, Valle de Egüés, Urroz-Villa e Izagaondoa, en el frente de avance de la plaga de la polilla del boj pero que, ubicándose en pinares, también favorece el control de la procesionaria del pino.

Los tratamientos aéreos generalizados sobre bosques no se aplican en Navarra desde hace varios años, ya que no son un método selectivo y de eficacia relativa.

En casos de incidencias localizadas en espacios de elevado uso público (parques, jardines, entornos educativos, hospitalarios, etc.) puede ser eficaz cortar y quemar las ramas con bolsones, pero siempre antes de que aparezcan las procesiones descendientes, ya que posteriormente los nidos se encuentran vacíos y el tratamiento no tiene sentido. En árboles aislados o grupos reducidos, son útiles las trampas collar rodeando el tronco, mientras que en superficies mayores cabe aplicar tratamientos puntuales y dirigidos mediante mochilas o cañones nebulizadores con productos fitosanitarios respetuosos con el medio ambiente. Los tratamientos deben ser realizados por el propietario del monte, de acuerdo a la Ley Foral 13/1990 de 31 de diciembre, de protección y desarrollo del patrimonio forestal de Navarra.

 
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