Gigantes olvidados

Alcoi

Hay que tocar madera todas las veces que haga falta para que esta vez sí sea la buena. Alcoy lleva cerca de medio siglo dándole vueltas al proyecto de crear un museo permanente destinado a albergar la obra de los grandes maestros locales de la pintura de finales del siglo XIX y del XX. La herencia de este grupo de artistas descomunales es, sin ningún género de dudas, un patrimonio cultural de primer orden del que pueden presumir muy pocas ciudades del mundo.

Por razones económicas, políticas o por pura desidia institucional, esta ciudad no ha sabido rentabilizar un legado muy valioso, que permanece disperso y poco visto y que pide a gritos una gran pinacoteca. La idea ha estado siempre ahí, pero nunca ha llegado a fructificar. Durante los últimos 40 años se barajaron diferentes posibilidades: desde el magnífico edificio del Hospital Civil de Oliver a la finca Brutinel en El Salt, pasando por el flamante CADA de la sede de la antiguo Monte de Piedad o por un inmueble de nueva construcción. Algunas de estas propuestas fallaron por falta de realismo, otras chocaron con las épocas de vacas flacas y también las hubo que simplemente se perdieron sin más explicaciones. Llegados a este punto, conviene recordar que en las últimas décadas se han creado en esta ciudad tres centros museísticos nuevos –el de bomberos, el de la Navidad y el Explora- y que por alguna extraña razón, a nadie se le ocurrió dedicar alguna de estas infraestructuras a la gran pintura alcoyana.

El anuncio, realizado por el alcalde, de que esta pinacoteca se ubicará en los locales del antiguo asilo de El Camí tiene más solidez que los anteriores y presenta un grado mayor de compromiso. Se plantea incluso el sistema de financiación de esta infraestructura, que sería pagada con los fondos europeos destinados a reactivar la economía tras la pandemia. Sólo cabe desear que esta iniciativa se vea coronada por el éxito. La culminación de este gran museo de pintura supondría un paso de gigante en la consolidación del modelo de Alcoy como ciudad cultural. Además, acabaría con una situación que resulta casi escandalosa: Alcoy y los alcoyanos llevamos más de un siglo dándole la espalda a un pedazo de nuestra cultura que debería servir para enorgullecernos como pueblo y para ofrecerle a la ciudad una atractiva imagen de marca de cara al exterior. Gigantes como Antonio Gisbert, Fernando Cabrera, Emilio Sala o Francisco Laporta resumen en sí mismos uno de los tramos más brillantes y creativos de nuestra historia y es una obligación inaplazable reencontrarnos con ellos.