Endeble oposición política

Asturias

No son buenos tiempos para la clase política en general, la del país y la de la comunidad autónoma. La principal razón no parece que ofrezca dudas: su bajo nivel, su cada vez más preocupante falta de capacidad para afrontar adecuadamente los serios problemas a los que está expuesta la sociedad en momentos tan complicados como los actuales. Muy por debajo está, sobre todo, de los tiempos de la Transición, época tan denostada ahora por muchos de los nuevos políticos, algunos de demostrada incompetencia. A ello hay que sumar la escasa preparación, la inexperiencia no asumida (algo considerado incluso una virtud por determinadas formaciones de nueva generación), la soberbia y la ausencia de empatía con la ciudadanía.

Por supuesto que la máxima responsabilidad de lo que está acaeciendo es de quienes ostentan el poder. Pero las fuerzas políticas que permanecen en la oposición también tienen mucho que ver con lo que está pasando. Nunca es fácil el papel de los partidos que quedan apartados de los órganos de decisión de las instituciones. Pero ello no debe implicar como está sucediendo en esta época tan convulsa que su actividad sea prácticamente nula, que solo se estén dejando llevar, incapaces de influir en nada, en ninguna de las decisiones adoptadas por los grupos gobernantes. Por supuesto que, generalmente, quien ostenta el poder no hace nada para facilitar la labor de sus rivales, más bien todo lo contrario, intenta aplastarlos. Por eso, ahí, en la respuesta que sea capaz de dar la oposición, en su imaginación para responder adecuadamente, estribará el éxito o el fracaso de su labor. Al menos tiene la obligación de dejarse oír con propuestas alternativas bien argumentadas.

¿Se está oyendo realmente la voz de los principales partidos de la oposición en la Junta General del Principado o en los principales ayuntamientos de la región, como Oviedo y Gijón? ¿O simplemente se están dejando ir?