Sobre la crisis en el Cabildo de Fuerteventura
La opinión de Pomares
Tenerife
El actual presidente del Cabildo de Fuerteventura, Sergio Lloret, aupado recientemente a esa magistratura por una rocambolesca censura, parece estar dispuesto a asumir cualquier coste por hacerse con el control de la consejería de ordenación del territorio, de la que se ha hecho cargo tras cesar a cajas destempladas a la vicepresidenta Sandra Domínguez, que la ocupaba.
En realidad, lo que en Fuerteventura se disputa es el del futuro plan Insular de Ordenación, y van con mucho adelanto en la disputa, porque es improbable que el plan pueda aprobarse en lo que queda de este periodo de mandato. Aunque eso no impide los chismes sobre idas y venidas, matrimonios y divorcios de conveniencia, bolsas entrando y saliendo de despachos, y compromisos por cumplir.
La ruptura (parece que definitiva) de relaciones entre doña Sandra y don Sergio, los dos artífices de la censura contra Blas Acosta, ambos de Asambleas Municipales de Fuerteventura, se produce por la intervención del abogado Manolín Travieso, que dicen es ahora el hombre que le condimenta los guisos a Lloret. De los movimientos de Travieso habla todo el mundo, pero nadie le cita por su nombre y apellidos, quizá porque sabe mucho de mucha gente. Travieso fue fundador de Asambleas Municipales de Fuerteventura, pero en las pasadas elecciones andaba peleado con sus antiguos colegas y montó dos operaciones políticas, el Partido de Fuerteventura, por el que se presentó al Cabildo sin éxito, y una agrupación electoral de Puerto del Rosario, que encabezaba él, y que coló a dos concejales: a él mismo y a José Juan Herrera, hijo del ex presidente Herrerita, denunciado después a iniciativa de Travieso por presunto acoso sexual contra una trabajadora y compañera de lista.
Así anda el patio en Fuerteventura: con un ordenamiento que no se va a poder aprobar este mandato, pero que precipitó la censura contra Acosta, provocó el cese de la vicepresidenta que propició la censura, y –muy probablemente- acabará por costarle algo más que la presidencia a Lloret. O bien por hacerle caso a su nuevo asesor, o bien por no hacérselo…
