Tras el saludo fugaz

A Coruña

Hoy he saludado a alguien sin saber quién es. Le devolví el saludo sin conocer realmente su relación conmigo. Y es que claro, la mascarilla está escondiendo gestos, impresiones, sonrisas.... y también identidades. Dándole vueltas, finalmente me di cuenta de quién era. Y me alegré de haber expresado eses saludo a ciegas... Se trataba de una de las responsables de uno de los miles locales de hostelería que han tenido que cerrar, de nuevo, esta semana debido a un aumento de las restricciones sanitarias. Ellos tienen la capacidad de vender café, dulces y comida para llevar, con lo que la persiana se sigue abriendo cada día. Después del saludo fugaz, decidí acercarme a su negocio para coger un café para llevar. Por si antes no descubrí su identidad... ella decidió hacerlo, sin embargo, me dijo que estaba acostumbrada a que la gente no la saludara por la calle. Precisamente por eso, porque "no nos vemos".

La pandemia nos está robando muchas vidas, la pandemia nos está robando la salud, la pandemia nos está robando los encuentros, las miradas, los abrazos, los besos... El ser humano lucha por reconquistar espacios perdidos, incluso vacunándose sin poder hacerlo, incluso incumpliendo a puerta cerrada las prohibiciones.

A esta mujer le dije que no. Que me negaba también a acostumbrarme. Le dije que no daba igual no saludarse, un hola, un adiós, un hasta luego, una de esas pocas costumbres sociales que no nos han quitado. De momento.

Semana 22 de esta atípica vuelta. En busca de la normalidad, si es que aún existe... Que la radio no pare.