Gol en Las Gaunas: 'La supermegaliga del Logroñés'

Logroño

Centésimo nonagésimo sexto Gol en Las Gaunas que llega tras un empate del Logroñés en Las Gaunas ante el Rayo Vallecano. 0-0 que fue un alivio por el nivel del rival que había enfrente, por el objetivo que se ha marcado el equipo para esta temporada, y por los resultados que se venían dando las horas previas al choque del Logroñés con triunfos para el Castellón, el Oviedo, el Alcorcón... o el empate del Sabadell. Y es que la pelea por la permanencia se está poniendo al rojo vivo. Y a falta de siete jornadas para el final puede pasar cualquier cosa. El Albacete, que parecía descolgado y hundido, se rearma tras ganar al Mirandés. Así que esto va a ser de infarto hasta el final. Porque el Lugo, que venía en caída libre, ha despedido a su tercer entrenador y apuesta por un revulsivo. Y es que nadie quiere descender de nuevo a Segunda B, por mucho que esta categoría se llame Primera RFEF.

Se trata de seguir entre los mejores en medio de la tormenta. Porque si hace frío en Segunda, no resulta complicado adivinar la temperatura en el exterior de este gran torneo precisamente cuando el fútbol europeo parece empeñado en autodestruirse. Unos pocos quieren decidir por todos en lo que hasta ahora eran unas reglas de juego aceptadas por todos.

Clubes Estado contra Clubes de Ciudad. Es así de sencillo de entender. Y ahora toca decidir. Si apuestas por el fútbol del píxel, el que te presentan cada tres días en tu televisión, de lujo, en tus pulgadas verás fantásticamente bien a las grandes estrellas de este deporte. Pero si eres de los que apuesta por el fútbol de ciudad, no cejes en tu empeño. Resiste. Resulta sencillo entender que a ti lo que te gusta es ir a tu estadio a animar a tu equipo, ese club que solo busca ganar al club de la ciudad de al lado y poder tener una semana buena gracias a un buen resultado.

Aquí en Gol en Las Gaunas, lo sabes, somos hijos del barro. Siempre os hemos dicho que para una ciudad es imprescindible tener una grada en la que reunirse para hallar un espacio común en el que relacionarse gracias a una identidad colectiva que va más allá de afiliaciones políticas o religiosas. Ser de un equipo de una pequeña ciudad española está por encima de votar a la izquierda, a la derecha, rezar a uno a otro o a ninguno.

El ritual de ir al estadio forma parte de nuestro recuerdo, es por tanto nuestra pasado, nuestro presente, nuestro futuro y por tanto una gran herencia que se puede dejar a una nueva generación.

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El único problema es que ha surgido una pandemia mundial de carácter coyuntural que unos cuantos clubes multimega millonarios quieren aprovechar para tomar soluciones estructurales y a buen seguro definitivas.

La pandemia ha provocado un agujero monumental. A los presidentes y clubes, en sus finanzas; pero es más grave el problema emocional causado en los socios y abonados que no pueden ir al fútbol.

Aquí llevamos muchos años yendo al fútbol. El fútbol lo entendemos como un movimiento social y cultural relevante. No solo económico. Por eso hemos ido el estadio cuando se ha jugado contra el Leioa, el Astorga, el Guijuelo, el Somozas, o el Socuéllamos. Iríamos ahora a ver al Logroñés medirse al Sporting, al Rayo, al Mallorca o al Almería. Volveremos, sin duda, si toca jugar de nuevo contra el Amorebieta, el Pontevedra, o el Olot.

¿Que Nos gustaría medirnos en liga al Real Madrid? Por supuesto. ¿Al Barça? Claro. ¿Al Atlético de Madrid? Por supuesto. Nos encantaría contaros de nuevo lo que consiguió el histórico Club Deportivo Logroñés: cómo un equipo pequeño puede competir contra un equipo grande, como hacen ahora Huesca, Eibar o Villarreal.

Esto, de por sí, es algo increíble, aunque lamentablemente solo lo es para los aficionados de los equipos pequeños. Porque un aficionado de un equipo grande jamás tendrá la sensibilidad suficiente, aunque debería tenerla, de observar la virtud que tiene el equipo perdedor de esta tarde solo por el hecho de presentarse en el Bernabéu para competir contra uno de los mejores equipos del mundo.

Pero en mi comprensión del fútbol, ese fútbol en el que yo creo y que defenderé siempre, me parece más enriquecedor jugar contra el Zaragoza y poder viajar a Zaragoza. O jugar contra Osasuna, y poder viajar a Pamplona. O contra el Alavés, e ir a Vitoria. O contra el Valladolid, o el Cádiz, o el Huesca.

La Superliga no sé si será buena o mala para el fútbol mundial. Me da lo mismo. Lo que sí tengo es que mi Superliga es la que me permite coger mi coche y seguir a mi equipo. Porque si algo nos está dejando claro esta pandemia es que el fútbol sin gente no merece la pena. Por mucho que las audiencias hayan crecido a través de la televisión, faltaría más que no fuera así.

Pero la experiencia sensorial plena de este deporte solo se vive en el estadio, por eso, si eres de los que anima al equipo de tu ciudad, a buen seguro solo tendrás dos deseos que son uno: que tu equipo gane al Cartagena para verlo la temporada que viene en Segunda y dejar atrás un ascenso sin público y 35 jornadas sin poder viajar por la división de plata del fútbol español.

Y es que la vida para un aficionado al fútbol es precisamente lo que sucede antes, durante y después del partido del domingo de tu equipo, ese que te emociona con los tuyos en el lugar que corresponde en gradas reconocibles, con sus grietas, con sus imperfecciones, con sus ascensos y con sus descensos, que es precisamente de lo que se quieren librar esos doce clubes que hacen llamar 'grandes'.