Por los campos de Castilla
Ante la pandemia y la imposibilidad de festejar Villalar de forma normal, los partidos han tenido que buscar otras maneras de celebrar este 23 de abril.
Segovia
Por Susana Sierra Sanjuán
Este año las reivindicaciones que se realizan cada 23 de abril en el pueblo vallisoletano de Villalar de los Comuneros, han tenido que adaptarse a los tiempos de pandemia de la actualidad. Y eso que en esta ocasión era muy especial, ya que se conmemoraba el 500 aniversario de la batalla. Pues donde antes abundaban carpas de partidos políticos, conciertos, ferias y actos multitudinarios, este año se encuentran mascarillas y una presencia muy inferior de personas. Sin embargo, algunos han buscado la manera de protestar y visitar Villalar, como cada año, respetando las medidas de seguridad. Comunistas de Castilla junto con Castella organizó una marcha desde el pueblo de Torrelobatón hasta Villalar de los Comuneros.
Esta ruta, que se compone de un total de 16,6 km, no es casual. Rodrigo, militante de Comunista Castellana, cuenta que la batalla de Villalar en 1521 fue casi accidental ya que el ejército comunero no quería entablar batalla allí. “Fue debido a que las tropas comuneras que partian de Torrelobatón, para encontrarse con las tropas de Toro, fueron interceptadas por las tropas realistas, por lo que tuvieron que entablar batalla en Villalar”, Rodrigo habla de que los comuneros tuvieron que atravesar el campo castellano hasta el pueblo donde se produjo la famosa batalla. Es por ese mismo motivo, por lo que estos partidos han querido volver a realizar el camino que en su día llevaron a cabo Juan Bravo, Juan de Padilla y Francisco Maldonado. “La marcha se nos ocurrió un poco por hacer algo en este 23 de abril ya que es el segundo año que no podemos tener una celebración normal a causa de la pandemia. Se nos ocurrió repetir 500 años después el itinerario realizado por las tropas comuneras” anotaba Carlos, militante de Comunista Castellana.
Sobre las 10 de la mañana unas veinte personas que compusieron la marcha, iniciaron la ruta en el castillo de Torrelobatón. Les esperaba un camino de unas 3 horas y 20 minutos que debido a las paradas y demás contratiempos normales de estos actos, haría que durara un par de horas más. La marcha, compuesta en su gran mayoría de caminos, respetó las medidas de seguridad en todo momento. Cada participante portaba su mascarilla correspondiente, agua y comida individuales, y su pendón que no dejarían de ondear al viento en ningún momento. Un camino precioso donde se contemplaba la variedad de tonalidades del campo castellano. Un mar de colores verdes, amarillos y marrones se extendían hasta el horizonte. Los únicos tramos de carretera, a la salida del pueblo en el que se iniciaba la marcha y a la entrada de Villalar de los Comuneros fue escoltada por dos coches, uno delante y otro detrás, con la señal luminosa V-2 como indica la ley.
La ruta tenía una única parada obligada, el monumento a los Comuneros a dos kilómetros de Villalar. Allí se leyó el manifiesto de la jornada y se entonó el mítico “Canto de esperanza”. Los participantes llegaron exhaustos a Villalar sobre las 15h. Una marcha que duraría al final unas 5 horas. Cansados, pero llenos de alegría por llegar por fin a la plaza con el monolito, cubierto por una ofrenda floral, que conmemora la ejecución de los tres líderes comuneros.
“Decir Villalar y 23 de abril, es prácticamente decir los mismo. Son términos indisolubles” comenta Carlos que, además, anotaba que el pueblo tiene unas características muy particulares y que no se ven en otro sitio ya que cada año se juntan miles de personas a reclamar una identidad nacional.
El 23 de abril es un día especial, aunque este año ha sido extraño. Rosa, militante de Comunista Castellana, comenta que pese a todo en Villalar hay que estar y está feliz de haber podido acudir este año, aunque sea en condiciones distintas a las habituales. “Nosotras llevamos más de dos meses trabajando para estar aquí. Al final, teníamos muy claro que Villalar se tenía que celebrar y no pasa nada si no podemos estar en una carpa. ¡Ojalá hubiéramos podido, pero hay muchas formas de estar que es lo importante!” apuntaba Rosa con una enorme sonrisa en la cara. Villalar de los Comuneros es un lugar de lucha que, para ella, se ha intentado vender como una especie de “Feria de Abril”, pero no se ha conseguido. “Mucha gente ha querido que olvidemos este día. Han intentado promocionarlo como un día de fiesta, entonces el hecho de defender esta jornada como reivindicativa es primordial. Un pueblo como el nuestro, tan sumamente machacado históricamente por las crisis en mayor medida que a otros pueblos, hace que esta fecha y este lugar sean muy significativas”.
La asistencia este año se ha visto menguada, pero a la gente que acudió se les intuía, por debajo de sus mascarillas, una sonrisa. Había alegría en el pueblo comunero, pues este año estaban allí, a pesar de todo. Solo les queda esperar a que al año que viene vuelva el Villalar de los Comuneros de antes de la pandemia. Sobre todo, a los integrantes de la marcha que, con agujetas de la caminata, seguro que añoran las que son de bailar al son de la música, como años atrás, en la campa de Villalar.