Cuando suena el "¡Felipe, vete ya!"...

León

En un minuto se desató la tormenta perfecta sobre el Reino de León. Antonio Marín, defensa unionista, soltaba un disparo al corazón de los culturalistas, que ya recelaban ante el previsible final. Entre la conocida resignación de la mayoría, un grupo de hinchas del Fondo Sur apuntó al palco. El grito tuvo eco en otros sectores: "¡Felipe, vete ya!", corearon a los cuatro vientos. Llamazares hizo de tripas corazón hasta el pitido final con el que abandonó con prisa su ubicación. No era el momento de aguantar el chaparrón, de dar la cara, y sí de preparar la guillotina. Le ocurrió lo mismo a Víctor Cea en 2018 cuando las protestas pasaron del banquillo a la dirección del club. Demasiado orgullo como para soportar semejan afrenta. Idiakez estaba en la calle.

A punto de iniciar su última comparecencia, Llamazares pisaba el albero junto a Ricard Pozo, director deportivo y otro de los señalados, e Iván Martínez, secretario técnico. La decisión estaba tomada. Mientras, el técnico hacía frente a su posible destitución, aún no comunicada: "son cosas que no puedo controlar. Si entienden que tiene que haber un cambio, adelante". Dicho y hecho. Treinta minutos después abandonaba el estadio con el despido consumado, el segundo de la temporada, la cuarta vez en apenas dos años que se decide relevar el timón: Cea (diciembre, 2018), Aira (junio, 2019), David Cabello (noviembre, 2020), Idiakez (abril, 2021).

La etapa de la Cultural más pudiente se está convirtiendo en una de las más atropelladas en cuanto a la gestión de los recursos humanos. A los numerosos jugadores fichados que se fueron sin debutar se une la criba técnica. Cuando Ramón González se siente en el banquillo visitante de Balaidos el equipo leonés habrá contado con tres entrenadores en una misma temporada. No ocurría desde la campaña 2006/07 en la que Antonio Gómez dio paso a Miguel Rubio, que solo dirigió un partido, y éste a Milo Abelleira.

Un nuevo golpe de efecto que pretende, por un lado, agotar las opciones deportivas en un busca de un play-off que, como hace dos cursos, se escapa entre los dedos y, por otro, desviar la atención de la dudosa gestión deportiva que, tras el descenso, lleva a la Cultural y a su principal dirigente, al menos al más visible, al continuo descrédito, volantazo a volantazo.