Tolerencia cero frente a los machistas

Las Palmas de Gran Canaria

No hace falta ser madre para empatizar con el intensísimo dolor que soporta una mujer a la que, de un plumazo, se le sustrae a sus hijas. Pero si se es madre, además de la tristeza, asoma el pánico ante la idea, por fugaz que sea, de que algo terrible pueda ocurrir a los propios hijos. Y si el responsable de esa violencia es el mismísimo padre, la sociedad (y no solo la madre) entra en shock.

Así está hoy en Tenerife, y Canarias en su conjunto.

Pero la conmoción no debe paralizarnos a la hora de combatir la macabra y fría maquinación de hacer daño a las hijas para vengarse de la madre. Una mujer que toma libremente la decisión de separarse de un mal compañero de viaje.

El caso que vivimos estos días no es un suceso desgraciado y puntual, que no puede evitarse. Ocurre porque hay un caldo de cultivo: el machismo que no terminamos de atacar de forma contundente y eficaz. Y que algunos se atreven incluso a negar.

La tolerancia cero frente a la amenaza que representan estos hombres para tantas mujeres y niños es la única arma para desactivarlos. Pero lo tolerancia cero sigue una gran ausente en nuestra sociedad.