José Troncoso: "El teatro tiene que entretener, pero no ser anestésico"

Cádiz

Considerado ya por muchos como un referente de la dramaturgia nacional, el gaditano José Troncoso vuelve a representar desde este 7 de mayo su obra Lo nunca visto, de la compañía La Estampida, en el Teatro Infanta Isabel de Madrid. Viene de adaptar con gran éxito la vida de Manolita Chen y desea con fuerza que otro texto suyo como La cresta de la ola, otra reflexión sobre los efectos del éxito, pueda llegar pronto hasta el Teatro Falla.

Pregunta. ¿Ilusionado con el reestreno de Lo nunca visto?

Respuesta. Muchísimo. Cuando estuvimos en el Teatro Español la acogida fue maravillosa. Pensábamos que merecía mucho la pena intentar una vuelta y ahí estamos.

P. Es una obra que pudimos ver en el Falla y que reflexiona sobre la dificultad de vivir del arte, del ocaso de las estrellas. ¿Qué es lo que quiso contar con esta obra?

R. Cuando hicimos esta obra, no pensábamos que la cultura estaría tan en peligro como lo está ahora. Pero sí sentíamos entonces que era algo de lo que hablar, cómo muchos intentamos hacer arte, contar a los demás lo que nos importa, pero el sistema no está preparado para que eso ocurra. Eso, y como le ocurre a las protagonistas, el talento tampoco les acompaña. Su intento es descacharrante para el público, pero trágico para ellas.

P. Está también de gira La cresta de ola, en la que analiza las secuelas del éxito, o el sinsentido de la necesidad de triunfar. ¿Son temas que le preocupan?

R. Sí. Miramos al exterior y pensamos qué nos pasa a nosotros con respecto al mundo exterior. En este caso, la compañía llevaba unos años y empezábamos a tener lo que la gente llama como éxito. Y era algo que nos asustaba muchísimo. Por eso, pensamos que era el momento de hablar de ello. Este sábado estamos en Barakaldo hablando, precisamente, de esto. De por qué vivimos la mayor parte del tiempo queriendo ser otros, por qué no nos conformamos con lo que somos y sacamos el mayor potencial de nosotros mismos, antes de querer convertirnos en otros. Como el teatro tiene ese poder mágico, nos propusimos dar la posibilidad a nuestros protagonistas de convertirse en quien quieren a los ojos del espectador y ver qué pasa. Qué se pierde y qué se gana con estar en la cresta de la ola.

P. Y estas obras, estas reflexiones, coinciden con su consagración como unas de las voces más atendidas del teatro en España. ¿Le impone mucho la responsabilidad de sentirse tan mirado?

R. Sí, la exposición se triplica. Tengo que pensar que esa mirada que han puesto en mí no me deforme. Seguir siendo lo que somos y hacer aquello en lo que creemos. Sí que es difícil. Es una especie de sensación abstracta que me rodea, es ilocalizable, pero piensas: "vale, voy a escribir lo próximo, o dirigir lo próximo, y qué pasará". Porque nunca se sabe.

P. ¿Llegará esa cresta de la ola hasta Cádiz?

R. Ojalá que sí. Me encantará volver a Cádiz. Siento que una obra no se estrena del todo hasta que no la hago en Cádiz. En el Falla o en La Lechera. Me gusta contrastar mis obras con mi gente, con mi público.

P. Viene de dirigir la revisión de la figura de Manolita Chen en el Circo Price. ¿Cómo ha sido la experiencia?

R. Ha sido un curro, pero ha sido maravilloso. Escarbar en saber de dónde venimos. En definitiva, en el teatro portátil de Manolita Chen está nuestro ADN. Pensamos que en el siglo XXI somos otra cosa, pero venimos de ahí y reírnos con ello y de ello. Tenemos que aceptar que nuestros orígenes son ellas. Gracias a mujeres como ellas, que en los años 40, fueron capaces de levantar un imperio que estuvo vigente hasta los 80, sobre la base de su trabajo y esfuerzo. Merecían un homenaje. Y nos ha repartido muchas alegrías.

P. ¿Y qué recorrido va a tener?

R. Pues va a hacer una gira, aunque no podemos concretar fechas. La acogida ha sido mucho mejor de lo que esperábamos. De repente, hemos recibido muchos mensajes de que gente que trabajó allí, que está agradecida. Y el público se ha reconocido en esta mujer trabajadora con un arte tan peculiar. Yo creo que, si todo va bien, vamos a recorrer la geografía española, y, quién sabe, si más allá.

P. Como autor, ¿qué le interesa contar en un momento como este?

R. Tenemos dos proyectos nuevos con la compañía La Estampida, que está en una fase tan germinal que es difícil contar. Como escritor, estoy haciendo algo que no había hecho hasta ahora que es escribir para nadie. Una obra de teatro que será interpretada por váyase usted a saber quién. Y esa obra irá sobre la verdad. Me preocupa mucho todo esto que ocurre con las fake news, con las mentiras... Es sobre una mujer que es incapaz de mentir, solo puede decir la verdad. Y en eso estoy. Poco a poco porque soy lento. Me gusta contrastar conmigo mismo.

P. Y en el teatro, ¿le gusta contar las cosas que están pasando o prefiere usarlo para ayudar a evadirse?

R. El teatro siempre tiene que ser entretenido, siempre tiene que entretener, pero no debe ser anestésico. No debe dejar al público durante hora y media en letargo. Se puede hablar de muchas cosas, de todo, de manera divertida. Así concibo yo el teatro. No es una mera distracción. Estamos obligados a distraer claro. Cada vez que un espectador mira el reloj muere un gatito. Pero hay que estar atentos a la mirada externa, a lo que ocurre. Si el teatro no hubiese contado cosas, no hubiese llegado hasta 2021. El teatro es un gran superviviente porque el público necesita saber y necesita el diálogo sobre un escenario.