Algunos, pero no todos
Carlos Jurado Caballero
Jerez de la Frontera
Y sucedió lo que le aterrorizaba. La visita a ese último confín oscuro de la Argónida.
Lo inevitable no aminora el miedo.
Al menos deja un rastro de remanencias eternas y no vacíos.
No entro en esa feroz y absurda competición por ser el más aventajado de los dolidos. No todos, pero sí muchos.
Tampoco quepo en fotos cuando la pérdida es sólo un pretexto arrinconado. No todos, pero sí muchos.
Y no pertenezco a esa prolífera especie de buitres advenedizos que hicieron bolsa y prestigio en la plácida sombra. No todos, pero sí muchos.
Siempre preferí la trastienda.
Vivir en la naturalidad de las conversaciones densas y cómplices. En cartas abarrotadas de consejos.
Soy del pesar aparte y sincero, del cariño desde la lejanía y del maestro en la distancia.
Soy del llanto desgarrador de mi madre, su hermana. De la desolación de mis hijas, un afecto venido desde la más limpia admiración. Del amor paterno mítico de mis primos, sus hijos. De su mujer Pepa, siempre Pepa.
Estoy y estaré en ese lado sereno, aún repleto de sus sinceras imposturas e infracciones.
En ese espacio no estamos todos pero sí algunos.