Caballero Bonald
Julio Asencio
Jerez de la Frontera
Lamentamos con pesar el fallecimiento de uno de nuestros paisanos más ilustres, José Manuel Caballero Bonald, que nadie puede negar que figura entre los grandes escritores hispánicos, tanto por la calidad de su obra literaria como por su virtuosismo de artífice de la lengua española.
La hostilidad cultural de Jerez en la posguerra lo impulsó a marcharse a estudiar fuera, primero en Cádiz, luego en Sevilla y finalmente en Madrid, donde trabajó y residió (sin contar una breve estancia en Colombia). Sin embargo, nunca dejó de venir sobre todo a Sanlúcar y su entorno, con los que mantuvo desde niño un hondo vínculo sentimental. Acabó comprando una casa en Montijo —que habitaba la mitad del año entre primavera y otoño— porque allí podía contemplar muy cerca Doñana, ese enclave primordial de su universo literario llamado Argónida, que él consideraba un lugar a la vez real y mítico.
Sus vivencias jerezanas dejaron en su vida y obra una huella duradera, explícita en sus memorias y recreada en la ficción narrativa: “El descubrimiento del mundo se verificó en Jerez, asomándome a las calles. Y el lugar donde se descubre el mundo ya es para siempre el compendio simbólico del mundo”.
Por ejemplo, la vendimia en su novela Dos días de septiembre; el trasfondo del Jerez bodeguero en La casa del padre; o su tributo a los finos y olorosos en su Breviario del vino. A ello hay que sumar su pasión por el flamenco, como se evidencia en un libro fundamental, Luces y sombras del flamenco, donde recogió su impagable labor de recuperación y grabación de las voces de genios del cante jondo que se habrían perdido.
Una de sus mayores satisfacciones fue ser honrado con una fundación en su ciudad natal a fines de los noventa. No se conformó con titular, sino que desde el principio se implicó personalmente en asentarla como foro principal de las letras en Jerez y hacerla crecer hasta convertirla en una institución literaria de primer orden en el ámbito nacional. Ahora que Caballero Bonald se nos ha ido, más que nunca se debe apoyar a la fundación y el magnífico trabajo del equipo dirigido por Pepa Parra.
Atento a todo ello estará el espíritu del maestro, cuya alma de navegante ya boga por las estribaciones de su legendaria y adorada Argónida.