Nacho Paunero, presidente de El Refugio: "Queremos que las penas por maltrato animal sean de cárcel"

Madrid

En julio, la Ley de Protección Animal de Madrid cumplirá 5 años en vigor. Una Ley que hizo avanzar a la región en cuanto a derechos de los animales, promovida por una Iniciativa Legislativa Popular que se convertiría en la primera Ley en aprobarse por unanimidad en toda la democracia. Un hito del que se siente especialmente orgulloso Nacho Paunero, director de El Refugio e impulsor de esta ley que consiguió el denominado ‘sacrifico cero’ en la Comunidad de Madrid.

Antes de aprobarse, muchos de los animales abandonados eran sacrificados en un periodo de 20 días, si nadie les reclamaba. Ahora, el Centro de Protección Animal del Ayuntamiento recibe avisos, rescata a los animales e intenta darlos en adopción.

Una medida aplaudida por los colectivos animalistas, pero en la que creen que se debe seguir avanzando. “El siguiente paso es penalizar con cárcel a aquellos que maten a un animal”, explica Paunero, lo que implicaría que las penas por este delito sean mayores a dos años. Aunque también ha habido avances, como la posibilidad de que nuestros animales de compañía viajen con nosotros en el metro.

Mati Cubillo, presidente de Justicia Animal y de la Federación de Asociaciones de Protección Animal de la Comunidad de Madrid, señala que esta Ley necesita además un desarrollo exhaustivo que complemente y ayude a que los Centros de Acogida para Animales no se saturen, los animales no se queden en las calles y se sigan consiguiendo el ‘sacrificio cero’. “La ley de sacrificio cero está muy bien”, explica, “pero tendría que llevar consigo medidas como la esterilización de los animales, la reducción de la cría incontrolada, o la venta a través de internet”, asegura.

Se suma a las reclamaciones Josep Arnas, secretario general de ASAC -Asociación del Sector del Animal de Compañía-, quien propone tres pilares en los que trabajar el reglamento: identificación, esterilización y conciencia al público de las consecuencias.

Consecuencias que, a veces, asumen las protectoras de animales. Es el caso de ALBA -la Asociación para la liberación y bienestar animal- que tiene su refugio en Camarma de Esteruelas. Allí Carolina Corrales, su presidenta, acoge a lo largo del año a unos dos mil animales entre burros, gallos, gallinas, e incluso faisanes; aunque principalmente son perros y gatos atendidos por voluntarios que, tras la cuarentena, son más necesarios que nunca. “Para no contagiarnos solo estuvimos 4 o 5 personas cuando se necesitan unos 20 para atender a todos los animales”, contaba “esto ha sido un no parar”.