El alcohol anula la libertad
La Firma de Javier Blanco
"El alcohol anula la libertad", la Firma de Javier Blanco
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Palencia
Hace poco más de una semana que se levantó el estado de alarma. Y justamente hoy hace una semana que Carles Francino volvió a asomarse a La ventana de esta casa, después de su paso por el infierno que produce la COVID-19. El impacto de su relato entrecortado por la emoción hizo que corriesen regueros de tinta y se inundasen las Redes y los canales televisivos con su reflexión. Francino pretendía llamar la atención sobre la entrega de los sanitarios y la falta de empatía de aquellos colectivos no contagiados a los que parecen molestar las alusiones a muertos y hospitalizados. “Solo así se explican algunos comportamientos“, añadía el presentador y director del programa. Una situación de la que se hizo eco, acertadamente por cierto, Pedro Brouihlet el pasado viernes en este mismo espacio.
No sé a ustedes, pero a mí también me llamó la atención cómo desde la UCI del Clínico de Madrid se escuchaba el ruido del botellón que llegaba desde la calle. Y aquí es donde quiero incidir hoy: el alcohol y el fenómeno del botellón, prohibido por la ley, pero demasiado habitual en nuestras calles y plazas.
En las imágenes ofrecidas por los medios sobre las celebraciones del cese del estado de alarma, existe un denominador común: el alcohol. Y quiero subrayar esta circunstancia para preguntarme a continuación sí esos descerebrados tendrían ese mismo comportamiento en estado sobrio. Me inclino a pensar que no.
Son conductas, por tanto, causadas por la ingesta de alcohol, y a las que nada benefician las imprudentes proclamas a hacer lo que a uno/a le venga en gana. Quizás los abanderados de esa libertad mal entendida deberían saber que una persona bajo los efectos del alcohol no es un buen juez de su conducta y pierde su libertad. Sí, pierde su voluntad, la de discernir lo bueno de lo dañino. ¡Qué curiosa paradoja! Arenga por una libertad que se pierde después.
Desde hace tiempo, las administraciones competentes han sido demasiado permisivas con el botellón. Sí, también en Palencia en algunas épocas. Los ciudadanos veíamos a grupos de jóvenes cargados de bolsas con botellas los fines de semana, e intuíamos la finalidad de la excursión. Y los responsables de vigilar que esa práctica no se llevase a cabo también lo sabían, pero…
La dureza o permisividad en la aplicación de una norma depende de las instrucciones que los agentes de la autoridad reciban por parte de sus superiores. Y en el caso que nos ocupa se ha sido demasiado condescendiente, sobre todo si tenemos en cuenta los efectos nocivos del consumo incontrolado de alcohol en la calle.
No se discute sobre ser halcones o palomas. Se trata, simple y llanamente, de hacer cumplir la ley.