Dolor

La opinión de Juan Miguel Alonso (18/5/2021)
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León
El asesinato el pasado fin de semana de un joven estudiante de la ULE de 18 años ha conmocionado a la ciudad hasta dejarla tiritando. Se hace difícil de comprender cómo un joven puede perder la vida por un mano homicida en una noche de mayo a la que solo salió a disfrutar de una juventud recién estrenada.
Resulta también esclarecedor que en las primeras horas la basura de los rumores digitales y en papel deslizaran la infamia de una mano inmigrante para el asesino. Y hasta se exigía transparencia, celeridad y sobre todo una severidad justiciera que pusiera coto a esta peste extranjera.
Que el asesino fuera otro joven español, blanco y estudiante de Derecho en la misma universidad descoloca nuestros prejuicios hasta hacerlos serrín. Es lo que tiene transitar por railes demasiado rígidos.
Ahora seguramente lloverán sesudos análisis sobre los botellones, los jóvenes, la educación que reciben en casa y fuera, la falta de valores o la inmundicia de otros que se inoculan en sus cabezas hasta convertirlas en máquinas de odio. Pero nada de lo que se diga valdrá nada más allá del bálsamo consolatorio con el que transitar hasta el siguiente funeral.
Y lo único que quedará será el dolor inmenso , inconmensurable, de unos padres sin consuelo posible ante la herida gigantesca que un miserable les ha dejado en el pecho para siempre.




