Un futuro para la docencia universitaria
La firma de Jorge Laborda Fernández, Catedrático de Bioquímica y Biología Molecular

Cadena SER

Albacete
Como profesor universitario, uno de los temas que más me interesan es cuál va a ser el futuro de la enseñanza universitaria. Por las noticias que voy viendo, creo que nos encontramos a las puertas de una revolución. Tomemos el caso de la Medicina, por ejemplo. Desde hace ya unos años, se han generado sistemas de inteligencia artificial capaces de aprender a diagnosticar determinados tipos de cáncer, examinando radiografías u otros datos de imagen médica, con una fiabilidad mayor que la del mejor especialista humano. El último de estos algoritmos, publicado en la revista Nature, es capaz de identificar problemas que ningún especialista puede detectar, pero que están presentes en las aparentemente normales radiografías tomadas de pacientes con dolor de rodilla. Si las diferencias entre una radiografía normal y otra de un paciente con dolor son muy sutiles, los humanos no podemos detectarlas, pero los sistemas de inteligencia artificial sí pueden. Sin embargo, ninguna facultad de Medicina del mundo incluye programas docentes que aborden la enseñanza de las bases de la ciencia y análisis de los datos a los futuros médicos. Me temo que a estos les espera una ardua tarea de formación y actualización de sus competencias.
No obstante, tal vez esto no sea un grave problema. Las nuevas tecnologías están haciendo posible la creación de universidades virtuales que cuenten con los mejores profesores del mundo, sea donde sea donde estos trabajen. Estos dispondrán, además, de excelentes equipos de profesionales de la información y la comunicación que les ayudarán a explicar y comunicar sus conocimientos de manera atractiva y hasta emocionante. La formación y actualización de competencias será mucho más fácil con estas nuevas posibilidades. Ya existe una universidad en la plataforma YouTube que marcha por esa dirección, además de una ingente cantidad de cursos, másteres on line, etc., que muchas empresas comienzan a valorar incluso por encima de cursos universitarios oficiales. Algunas compañías privadas están también desarrollando productos docentes basados en la realidad virtual para simular laboratorios o talleres en los que los estudiantes podrán adquirir determinadas habilidades y competencias de una manera próxima a la realidad y, además, de forma mucho más barata y segura. El futuro de la enseñanza se dirige, por tanto, a contar con menos, pero con mejores profesores, con aquellos que sepan como comunicar, como comprometer e interesar a los estudiantes, y sepan seleccionar los conocimientos más adecuados para el desarrollo profesional de qué se trate. Esto choca con un reciente comunicado de la conferencia de rectores de las universidades españolas en el que se manifestaba que la esencia de la docencia universitaria es la presencialidad, es decir, asistir a las clases. Esta afirmación se hacía en plena pandemia, como si estuviéramos aún en el siglo XIX, sin internet, sin ordenadores, y los estudiantes no tuvieran más remedio que asistir a clase para aprender algo escuchando en directo al profesor de turno, sin elección de otro posible. Señores rectores, y señor ministro de universidades, los tiempos cambian muy deprisa y el futuro amenaza con abalanzarse sobre nosotros y aplastarnos, de manera presencial, si no somos capaces de anticipar, aceptar y comprender los cambios que, sin duda, van a producirse en la enseñanza universitaria en las próximas décadas.




