Política migratoria
"Política migratoria". Firma de opinión de Gabriel Pérez Alcalá en Hoy por Hoy Córdoba
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Córdoba
La política migratoria del señor Sánchez es un perfecto ejemplo de la superficialidad de su Gobierno, pura improvisación y teatro para mayor gloria del primer actor.
La política migratoria del señor Sánchez se basó, primero, en una crítica dura a la del señor Rajoy. Es decir, sí a la inmigración regularizada, aunque cicatera en el número de permisos; devoluciones en caliente según el acuerdo de 1992 firmado por Felipe González; cooperación con Marruecos, o sea, pagos al entorno de la Casa Real, Ministerio del Interior y funcionarios de fronteras; y, por último, una ayuda al desarrollo para atajar el problema en origen irrisoria, el famoso Plan África.
Una política claramente insuficiente y cortoplacista, con muchos puntos negros, pero que medio funcionaba.
Todo esto estaba mal, según el Gobierno Sánchez-Iglesias y, ellos lo iban a resolver.
Para ello, se hicieron gestos, según el puro pensamiento políticamente correcto, y se acogió al Aquarius, se prometió quitar las concertinas y se criticó la valla de Trump, se investigó la dureza policial en el Tarajar, y se nombró Secretaria de Estado a la Sra. Hana Jalloud, de origen multiétnico, que, por eso mismo, iba a enfocar el problema con seriedad y profundidad.
Pero esta política de gestos había mandado tres mensajes erróneos: a los potenciales inmigrantes, de que los acogeríamos si lograban visibilizar su sufrimiento con imágenes; a las mafias que trafican, que no íbamos a ir a por ellas; y, lo peor, a Marruecos, de que teníamos un gobierno débil, preocupado por la imagen, que no iba a defender una frontera terrestre en Ceuta y Melilla.
De esa superficialidad de gestos se han llenado las Canarias con más de 23.000 inmigrantes en 2020, y han llegado más de 8.000 a Ceuta en 48 horas, muchos de ellos niños, produciendo una crisis migratoria instantánea de primera magnitud que solo acaba de empezar.
Y se ha vuelto a lo que se hacía, pero improvisadamente. A las devoluciones en caliente, que no sirven para nada si Marruecos tiene la valla abierta; al pago de 30 millones de “ayuda” a Marruecos, con lo que les estamos diciendo que sigan haciéndolo; y, lo nunca visto, se ha mandado al Ejército a controlar la frontera.
Y, siguiendo el guión de Iván Redondo, el presidente Sánchez ha ido a Ceuta a controlar la crisis, ha salido en la televisión dando muestras de firmeza y, lo más importante, nos ha dado el mensaje de que la situación está resuelta, como ya ha resuelto el Covid y, desde luego, va a resolver el paro.
Lo malo es que no ha resuelto nada.
Pero eso es lo que tenemos.