Melque de Cercos : una ventana a la España vaciada

Segovia

Antes de que el mundo cambiara con la pandemia de la Covid, los pueblos de España ya sufrían otra pandemia muy diferente: la despoblación. Aunque parezca que el teletrabajo, el quedarnos más tiempo en casa y el no poder viajar fuera de España haya hecho que, a simple vista, el turismo rural aumente o que incluso, muchas familias urbanitas recuerden que tienen pueblo, en la realidad, los pueblos están sufriendo más que nunca.

A poco más de 37 kilómetros de Segovia, se encuentra Melque de Cercos, o simplemente conocido como “Melque”. Un pueblo que llegó a tener más de 130 habitantes en la década de los 90, pero que hoy en día cuenta solo con 67. Hay varias teorías sobre el origen del pueblo, pero la más repetida apunta a que se trata de una aldea repoblada con población muladíes de la zona (cristianos convertidos al islam). Esta teoría tiene fundamento, pues en pueblo han llegado a existir hasta 9 tejares árabes. Tomás Herranz, juez de paz de Melque tuvo uno de últimos tejares activos del pueblo. “Con 13 años empecé a hacer tejas árabes con mi padre. Desde entonces y hasta hace unos años no he parado de hacerlas. Es el oficio de mi vida” afirma Tomás con tono nostálgico, ya que cree que se va a perder este ocupación tan característica y tradicional de Melque de Cercos.

Jesús Tejedor, alcalde de esta localidad, comenta que la Covid no ha afectado a la localidad en materia sanitaria. “Afortunadamente la Covid no ha entrado en el pueblo. No hemos tenido ningún caso, cosa que es de reseñar con todo lo que hemos pasado” comentaba Jesús añadiendo que obviamente en todo lo demás si ha afectado. “El problema de la despoblación con la pandemia se han acentuado. La gente del pueblo es muy mayor y sus hijos viven fuera, principalmente en Madrid, por lo que no han podido venir al pueblo en mucho tiempo. Quizás se han sentido los pueblos más vacíos aún con todo esto”. El alcalde habla de que, aunque en verano viniera mucha más gente a Melque que otros años, cuando llegó octubre y el cierre perimetral, la cosa fue a peor.

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El pueblo, tenía muchas carencias antes de la Covid. Alfonso Pescador, habitante de la localidad, comenta que todos los servicios básicos se encuentran en Santa María la Real de Nieva, un pueblo a 6 minutos en coche. Antes había médico en Melque, pero con la llegada de la pandemia ese servicio también desapareció. “El consultorio está cerrado, por lo que no hay médico en el pueblo. Para tener una consulta tienes que llamar por teléfono o ir a Santa María. Tampoco tenemos tienda de alimentos, que ya cerró, por lo que los únicos servicios públicos que hay son el bar y el ayuntamiento” Alfonso, se queja de que en el pueblo tampoco hay colegio o farmacia. Ni siquiera pasa el banco móvil, que se transporta a otros pueblos una vez cada quince días. Para todo lo esencial, hay que ir a Santa María.

Está claro que para los habitantes de Melque, el coche o el autobús es necesario para poder vivir. “Transporte público hay a la demanda. Luego también está la línea que une Santa María y Martín Muñoz de las Posadas, la cual se utiliza para que los niños vayan al instituto de Santa María. Para un pueblo donde la mayoría de personas son gente mayor todo esto se hace muy complicado”, Alfonso explica que solo hay un autobús para poder salir del pueblo, por la mañana sobre las 8, y para volver otro a la hora de comer. Básicamente sigue el horario de entrada y de salida del instituto. Es una línea semipública que utilizan tanto los vecinos del pueblo como los estudiantes del mismo. No hay transporte público desde Melque a Segovia. Desde el pueblo solo se puede ir en autobús a Martin Muñoz de las Posadas o a Santa María la Real de Nieva.

A pesar de todo, algunos han decidido dejar la ciudad y volver al pueblo. Mario Hernangómez y Pablo Palomo, habitantes de Melque, decidieron volver por trabajo. “Decidí venirme al pueblo, a una vida tranquila. Al fin y al cabo, yo venía todos los fines de semana”. Mario explica que prefiere la vida en el pueblo porque la calidad de vida es superior a la de las ciudades. “La libertad que tienes de salir para todo, como para pasear, para salir con la gente, tomarte algo con alguien del pueblo, que puede ser tanto un señor de 60 años como un chaval de 18, porque nos conocemos todos. Todo esto en una ciudad no lo haces” añade Mario. A Pablo, le pasó algo parecido. “Trabajaba en una tienda en el Aeropuerto de Madrid y con la llegada de la pandemia y la caída del turismo, me quedé sin trabajo”. Pablo explica que la situación de la pandemia fue la que agilizó el proceso para volver al pueblo. “Era una opción que si salía iba a coger sin duda. Llevaba seis meses en el ERTE y como la cosa no mejoraba todo lo rápido que yo pensaba, decidí aceptar el trabajo que encontré cerca de aquí y volver a Melque”, aun así, Pablo afirma que la situación en el pueblo ha empeorado mucho con la Covid.

Pero los casos de Mario y Pablo son excepcionales. A la pregunta de si se había abierto una puerta al mundo rural a raíz de la pandemia, Alfonso respondía que lo que se abría era una ventana. “En una ventana tú ves, pero no entras. Eso es lo que se ha abierto. Desde el mundo urbano han visto cosas que les han gustado a raíz de la pandemia, pero claro, aquí hay muchas carencias” Alfonso cuenta que siempre ha habido gente ligada a los pueblos, pero que no es posible, por la vida moderna, que se muden a estas localidades. “Aquí no hay casi trabajo. Si tienes teletrabajo, puedes hacerlo desde la casa de tu pueblo si se reúnen una serie de condiciones, pero claro, si no es así no se puede. En Melque nos han puesto la fibra hace poco, pero no tenemos conexión. Seguimos sin cobertura aquí, en pleno 2021” denuncia Alfonso, que ve muy complicada la llegada de gente al pueblo que no sea por intereses turísticos. Él mismo es el dueño de una casa rural en el pueblo. En verano, cuando acabó el confinamiento sí que se percibió un auge de reservas durante los tres meses. Sin embrago, con la llegada del cierre perimetral, las reservas cayeron en picado. “Las temporadas en las que más se reserva la casa rural son en otoño, durante los puentes, navidades y semana santa. Desde octubre hemos estado cerrados y el 90% de mis clientes son de Madrid por lo que no han podido venir” Alfonso comenta que todos los ingresos que recaudó el verano pasado no cubren las pérdidas de este año.

A la situación tan delicada que vive el pueblo, Pablo, Jesús, Tomas, Mario y Alfonso opinan lo mismo. La solución para frenar la despoblación no es otra que crear puestos de trabajo. Si no hay trabajo, la gente no viene a vivir a los pueblos y si no hay gente, no hay demanda de los servicios básicos. La Covid no ha beneficiado la situación de estos pueblos, sino que la ha empeorado. Lo poco que tenían se ha esfumado con la pandemia. Hay que reconocer las carencias que sufre la España vaciada es un problema de todos. Hay que cambiar la mirada que se tiene del mundo rural y empezar a demostrar que en esos lugares también se puede vivir, si se dotan de los recursos necesarios. Siempre hay que recordar que las ciudades se sustentan gracias al mundo rural. Si el campo se sigue vaciando, el futuro tanto de los pueblos como de las ciudades será aún más incierto.