Una televisión secuestrada

Santa Cruz de Tenerife

La relación entre los poderes político y mediático representa una de las claves de las denominadas democracias de opinión, entre ellas la nuestra. Aunque más que una relación, lo que mantienen uno y otro es en realidad un pulso. Un pulso constante para influirse y condicionarse mutuamente. A veces la balanza cae de un lado, y a veces del otro. Y así como hay políticos que alardean de tener a periodistas y medios de comunicación a su servicio; hay periodistas y medios de comunicación que alardean de tener políticos al suyo. Y en ambos casos, es posible. La pugna es más o menos sutil en la mayoría de ocasiones; pero en otras es tan burda y evidente que sonroja.

Por segunda vez en dos legislaturas, la Junta de Control de la Radiotelevisión Canaria no pudo constituirse. Fue bloqueada por el mismo Parlamento que se autoimpuso la obligación de crearla. Se preguntarán los canarios (los canarios a los que interesan estas cuitas, que no son muchos) qué tendrá esta tele nuestra para que algunos quieran, con tanto interés y ahínco, evitar a toda costa que se cree un órgano de control. Y para que algunos políticos acepten bloquearlo.

En su Número cero, Umberto Ecco describió, con la amenidad, lucidez y claridad con que escribía, cuál es el mecanismo a través del cual la capacidad de chantaje de un medio de comunicación amedranta y somete a los poderes públicos. Una historia de lo más ilustrativa para una tierra fértil en chantajes mediáticos y que tiene como presidente a un profesor de Lengua y Literatura. Ángel Víctor Torres es, además, una de esas personas que reconoce que ser valiente, aquí o en Pekín, tiene un precio. Y él no está dispuesto a pagarlo soportando una campaña de desgaste personal o profesional como la que han sufrido otros, antes y ahora.

El presidente de Canarias cree haber encontrado una solución salomónica para salir del atolladero mediático que son estas Islas. De ahí la tensión contenida con que los socios del Pacto de las Flores votaron contra los miembros de la Radiotelevisión Canaria. Un acto de auto-boicot al que asistieron con el mismo ánimo con el que acudirían a un sepelio en el que ha fallecido alguien a quien en realidad no se le tenía demasiado afecto. Y tenían tanta prisa por quitarse el muerto de encima, que olvidaron dar el pésame a los siete profesionales, propios y ajenos, que dejaron a los pies de los caballos. Las victorias pírricas tienen eso: hay víctimas en el campo de los vencidos y de los vencederos. Y además no suelen durar mucho, sobre todo si se baten en los tribunales y no en un parlamento.

El Gobierno de Ángel Víctor Torres está convencido de haber estado a la altura de las circunstancias ante los no pocos obstáculos que ha tenido que solventar: incendios, caída de Thomas Cook, calima y pandemia. Era difícil imaginar que fueran a conformarse con tener una estatura tan bajita ante algo tan nimio, comparado con esas calamidades, como constituir un simple órgano de control.