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Tribunales

Los forenses señalan que las víctimas del crimen de Cáseda murieron por hemorragias por disparos de proyectil

Psiquiatras dicen que un acusado del crimen de Cáseda manifiesta arrepentimiento y tiene "poco apego a la vida"

Juan Carlos J., uno de los tres acusados por el triple crimen cometido en Cáseda en 2018 / Jesús Diges (EFE)

Pamplona

Las tres víctimas del crimen de Cáseda fallecieron a causa de las hemorragias internas producidas por disparos de proyectil múltiple, que en todos los casos afectaron a vasos sanguíneos principales y provocaron heridas con gran dificultad de supervivencia.

Así lo han declarado los forenses encargados de exponer la pericial solicitada por el Ministerio Fiscal y la acusación particular en la cuarta sesión del juicio con jurado por el fallecimiento de Fermín J.E., de 50 años, y de dos de sus hijos, José Antonio y Cristian, de 20 y 17 años, a causa de los disparos de escopeta que recibieron el 18 de septiembre de 2018.

Los tres fueron tiroteados presuntamente por Juan Carlos J., de 53 años, quien acudió a Cáseda junto a sus hijos con motivo de una disputa conyugal de su hija Amparo con Julián, hijo de Fermín J.

El forense ha situado la muerte de las tres víctimas en torno a las 19.00 horas del 18 de septiembre del 2018 y todos ellos fallecieron por hemorragias internas de gran gravedad producto de daños en vasos sanguíneos principales.

En concreto, Fermín sufrió una hemorragia masiva por la rotura de la aorta torácica, el vaso más grande del cuerpo humano; Cristian falleció por una hemorragia masiva causada por la rotura de la arteria ilíaca, una de las bifurcaciones de la aorta; y José Antonio sufrió una hemorragia interna producto de la rotura de la arteria carótida y varias roturas en los pulmones.

En el caso de este último, ha precisado, se observó presencia de sangre en las vías respiratorias, lo que implica que hubo “aspiración” y “parte de la sangre de la hemorragia interna llegó a los pulmones”, un “signo de que hubo un tiempo de supervivencia corto”.

El tipo de arma empleada, ha explicado, es de ánima lisa y de proyectil múltiple de postas. Aunque en el caso de Fermín y Cristian no tienen dudas de que recibieron un único disparo, las heridas de José Antonio podrían ser compatibles con uno o dos impactos, ya que los perdigones presentan gran dispersión, dos trayectorias diferentes y se localizaron cerca del cuerpo dos tacos.

En referencia a la distancia desde la que se efectuaron los disparos, ha concluido que en el caso de Fermín se realizó a una distancia aproximada de 2 metros, en el de Cristian a una distancia de unos 5 metros y “claramente mayor” a la de su hermano en el caso de José Antonio.

En el caso de Fermín, ha informado, el lugar del impacto presentada un “sangrado profuso e intenso” con un orificio de múltiples entradas en la parte alta del hemitórax derecho y en la zona del cuello, así como dos proyectiles en omoplato que no llegaron a salir del cuerpo.

También presentaba un corte y un hematoma muy superficial en la base del cuello, unas lesiones que, ha explicado, “podrían ser compatibles con un efecto de presión o de algún tipo de arañazo, incluso un mecanismo mixto”. En cualquier caso, ha comentado, estas heridas “son muy superficiales” puesto que en la autopsia no se describe ninguna presión interna.

Cristian presentaba un orificio debajo del ombligo e impactos sobre el lado izquierdo, así como una pequeña erosión en antebrazo “sin mayor trascendencia” puesto que “se podría haber hecho en la caída”, ha comentado el forense.

Los perdigones, ha señalado, presentaban una “dispersión importante” y quedaron en su mayoría en un hueso de la pelvis denominado pala ilíaca izquierda.

José Antono, ha indicado, presentaba rotura de la arteria carótida común (situada en el cuello), perforación de la glotis por un proyectil y una herida en la lengua, cuatro heridas perforantes “muy graves” en el pulmón izquierdo y otra en el derecho, así como un hematoma en cráneo y otro en pectoral izquierdo producto de dos proyectiles que quedaron ahí alojados.

El forense ha destacado que José Antonio presentaba “muchas lesiones en la cara”, en ambas rodillas, en el codo, en las palmas de ambas manos y en el hombro derecho que “no parece que sean de un impacto directo”.

“La explicación más razonable es que hubiera un arrastre, no se si agónico de él o de los equipos asistenciales al moverlo” ha apuntado matizando que, aunque “algunas de las lesiones se podrían justificar con algún proyectil rozando”, estas son “demasiado anchas para eso”.

En el estudio toxicológico, ha señalado, tan solo se detectó presencia de cafeína.

A petición del fiscal, el forense ha analizado los partes médicos emitidos de las lesiones de Juan Carlos padre e hijo concluyendo que en el caso del progenitor los hematomas son compatibles con dos golpes efectuados con un objeto alargado y estrecho como una porra o un bastón.

En el caso del hijo, el informe describe que este relató tener sensación de mareo y presentaba una erosión malar derecha con dolor a la presión que, según ha explicado el forense, se traduce como un arañazo en la parte derecha de la cara.

Psiquiatras que han asistido al acusado Juan Carlos J.J. padre, quien asume la autoría íntegra del triple crimen de Cáseda, han que el procesado sí ha mostrado arrepentimiento y que tiene "poco apego a la vida en este momento".

Las expertas han declarado, a preguntas de las partes, que no pueden peritar si el arrepentimiento del acusado, padre de los otros dos inculpados, es sincero pero sí han manifestado que "él nos refirió el arrepentimiento, sí lo verbalizó".

Han descrito que Juan Carlos J.J. padre presenta un "trastorno" que es "posterior a los hechos" ocurridos en Cáseda el 18 de septiembre de 2018. "Hay sintomatología ansiosa con nerviosismo, alteración de sueño y sintomatología depresiva, ideas negativas, tristeza..., que son reactivos, no son previos a los hechos", han expuesto, para precisar que en prisión le han puesto tratamiento psicofarmacológico. "Tiene poco apego a la vida en este momento", han afirmado.

Las médicos, además, han indicado que en el momento del crimen el hombre "tenía capacidad volitiva", "era capaz de tomar las decisiones". "Su juicio y capacidad de elaboración de pensamiento abstracto estaban conservadas", han detallado.

 
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