Paco Vallés: "La mala memoria"

Zaragoza

“Mi memoria es magnífica para olvidar”. Lo dijo Robert Louis Stevenson, y parece que la mala memoria se ha convertido en una epidemia tan persistente como la COVID-19. Cuando va a cumplirse un año del fin del confinamiento, cuando llevamos 80.000 muertos en España y tres millones y medio en el mundo, sales a la calle y, salvo por las mascarillas, parece que aquí no ha pasado nada.

De hecho, la actualidad anda por otros derroteros: gobierno y oposición dedican sus mejores esfuerzos a evitar entenderse en algo, lo que sea; el independentismo catalán sigue a lo suyo, con campaña de intimidación y pintadas por el Aragón Oriental incluida, y la televisión trata de atontarnos con la historia, vida, milagros y broncas de personajes absolutamente irrelevantes y prescindibles. Lo que sea con tal de no pensar.

Sin embargo, esto no se ha acabado. Es más, acaba de empezar. El virus sigue ahí, sus consecuencias han cambiado nuestras vidas para siempre, el pasado no volverá y el exponencial incremento de la deuda pública española lo tendrán que pagar nuestros nietos. Y aquí estamos, esperando a Europa, como otros esperaban a Godot.